— Aquí estoy mamá. ¿Para qué me llamaste? — Pregunté, sentándome en la silla frente al escritorio de la oficina de mamá, junto a Sara.— Sucede que el Padre Epifanio, esta adecuando el amparo de niños y prometí enviarle unos muebles. — Comenzó a hablar mamá, mientras ojeaba varios papeles sobre su escritorio.
— Me parece muy bien. Aquí hay basura de sobra.
— ¡No voy a enviarle porquerías! Solo voy a enviarle cosas que sirvan. Así que, ya mismo sube al desvan y escoge lo mejor que encuentres allí.
— ¿¡Y yo porqué mamá!? ¿¡Acaso las empleadas no pueden encargarse de eso!?
Subir allí arriba era un completo fastidio. Estaba lleno de polvo, telarañas y humedad. Además de que las luces no funcionaban muy bien, por lo que era un lugar oscuro y mugriento. Definitivamente no quería ir ahí.
— Están a punto de venir unos hombres, enviados por el Padre Epifanio, a buscar los muebles. ¡Irás con ellos y le llevarás estos documentos al Padre! — Me ignoró, dejando sobre la mesa una carpeta con papeles perfectamente acomodados.
— ¿¡Pero porqué tengo que ir mamá!? ¿¡Ellos no pueden llevarlos!? — Me quejé al instante. Era absurdo tener que perder toda la tarde para llevarle un par de papeles a ese sacerdote.
— ¡No, Elena! ¡Tienes que ir personalmente porque mamá va a enviar algo más! — Me cortó Sara, mirandome irritada por sobre su hombro.
— Además, le vas a entregar éste dinero al Padre Epifanio, que es la donación de los hacendados de la zona. — Concluyó mamá, dejando un gran fajo de billetes sobre la mesa.
— ¡No entiendo porque nos comprometemos tanto con él! ¡Se supone que de ésto debería encargarse su secretaria!
— ¡Siempre ayudamos de buena voluntad! ¡Y no vamos a dejar de hacerlo ahora, Elena! — Mamá me miraba fijamente, con desaprobación.
— ¡Porfavor Elena, deja la pereza! ¡Mamá y yo nos estamos encargando de prácticamente todo el manejo de la hacienda y tenemos muchísimos compromisos que atender! — Exclamó Sara, levantando la vista de los papeles sobre el escritorio.
A veces Sara se me hacía tan pesada. Era mí hermana, pero algunas veces no la soportaba en absoluto. Siempre se la pasaba controlando cada uno de mis movimientos y a la primera de cambio, corría a contarle todo a mamá.
— ¡Pero yo ya me ocupé del herrero y del veterinario! ¿¡Porqué de ésto no se ocupa Jimena, que nunca hace nada!?
Algo que siempre me molestaba era que Jimena, de alguna forma, siempre terminaba librandose de tener que atender este tipo de compromisos y teníamos que terminar siendo nosotras las que lo hiciéramos para no molestar a mamá.
— ¡Eso sí es cierto mamá! Últimamente Jimena no sirve más que de “Niña bonita” con el pretexto de su compromiso. — Siguió Sara. Por una vez, poniéndose de mí parte.
Cómo Jimena se había comprometido a casarse con Leandro Santos, no ayudaba en nada y solo se dedicaba a arreglarse y a salir para todas partes con su “prometido”.
— ¡Si mamá! ¡Prácticamente no colabora en nada relacionado con la hacienda! — Me quejé.
— ¡Sale todas las noches, regresa en la madrugada y duerme toda la tarde! — Habló Sara. Se la notaba molesta.
— ¡Basta ya, niñas! — Nos calló mamá — Tienen que entender a su hermana. Ella está de novia y quiere disfrutar con Leandro. — Habló mamá, justificandola como siempre.
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| Pasión de Gavilanes | One Shots |
RomanceReviviendo la famosa novela Colombiana, "Pasión de Gavilanes". Historias de los personajes de dicho programa.