Parte 13

52 14 0
                                    


Llamé a mi hermana, su voz me hacia sentir en casa y necesitaba un abrazo. ¿Puedo ir a verte?, le dije con lagrimas en mis ojos y mi garganta hecha un nudo. Me pregunto que me pasaba y que ella misma me iría a buscar al complejo. Durante el camino hacia la casa de Emma, no levanté la vista de mis manos sobre mis piernas, ella se había mantenido en absoluto silencio hasta que la curiosidad le gano por completo. Estaba preocupada.

 - ¿Que te paso en el labio? - Preguntó con sequedad mientras tenia su mirada fija en el camino. 

- Ji-hu - Susurré con desgano - Me excedí con él.

- ¿¡Te excediste con él Lucía!? - Subió el tono de su voz. Estaba Enojada - ¿Y la golpeada eres tú? Por el amor de Dios hermana, ¿De qué me estás hablando?

- Lo ofendí y por eso me golpeó - Murmuré avergonzada. Él también me había ofendido.

- ¡Basta Lucía! - Frena el auto de golpe y me mira furiosa - ¿¡Ese maldito mal nacido te acaba de golpear y tu me dices que fue culpa tuya!? ¡En qué siglo vives por favor! - Toma el volante con ambas manos - ¿Se puede saber que le dijiste que lo ofendió tanto?

- Le dije que no era un verdadero hombre porque no me toca hace mucho tiempo - bajé la cabeza.

- ¿Y tú por qué le dirías algo así? - Dice sorprendida - Jamás te había oído hablar de esa manera.

- Porque él me culpa por no poder darle un hijo aún - Tomo aire y prosigo - Dijo que no le había servido casarse con una mujer joven y hermosa si no era capaz de darle un hijo

- ¡Maldito miserable! - Se golpea la cabeza contra el volante. Me mira - respondiste de acuerdo a su ofensa Lucía, ¿Entonces porqué te golpeo?

- Jamás lo había hecho antes - Miré a mi hermana con ojos de tristeza.

- Tu esposo es un loco, jamás me gustó para ti - Sentenció.

Arrancó el auto y llegamos pronto a su departamento. Emma fue a la cocina a prepararme algo de comer, estaba afectada y podía verlo, jamás había aceptado del todo a Ji-hu, lo consideraba extraño. Perdimos a nuestra madre cuando éramos pequeñas, mi padre fue trasladado a corea por trabajo cuando ambas teníamos menos de diez años y supimos sobrevivir en un país que no era el nuestro. Nuestro padre ya llevaba dos años de fallecido desde que un cáncer lo arrebató de nosotras. Estábamos solas. Nos sentamos en el sofá y me pidió que le contara qué estaba pasando en mi matrimonio. Fui honesta. Con ella podía serlo sin culpas, era como mi madre, le conté que desde que nos casamos, Ji-hu había presentado cambios importantes pero que se acrecentaron cuando luego de un año no podía quedar embarazada. Desde ahí hasta la fecha, se había mantenido distante y no me había vuelto a tocar. 

Deseo PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora