02. Oasis Vivo

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- Hola aventurero... ¿Estás perdido? ¿Necesitas ayuda? - dijo con amable voz la chica mientras yo me moría.

¿Era acaso una alucinación?, tenía que serlo, ¿después de atravesar este aterrador desierto y casi morir en el intento, de la nada había aparecido alguien y dispuesto a ayudarme?, ¡ajá!


- Wooow, estás hecho un desastre - Dijo examinándome y riendo un poco, pero no en burla, sino con calma – Ven aquí, ten esto – Sacó una botella de agua de su carreta, agua limpia, cristalina y preciosa, y la acercó a mi boca con delicadeza, y yo, con la fuerza que me quedaba empecé a tomar como un loco de esa agua, está impresionantemente fría para estar en el desierto.


- Tranquiiiiilo, tranquiiiiilo, despacio amigo – Me decía mientras intentaba alzarme de la espalda para que me sentara recostado en la roca azul, mientras bebía me atoraba un poco, ella tenía razón, debía tomar con más calma.

Al terminar de beber, poco a poco, entraba en razón y recuperaba mi movilidad y pensamiento, ella se giró mientras yo me recomponía acercándose a la carreta de madera en la que venía montada, en esa carreta de madera parecía haber muchas cosas, pero más que todo eran tanques de metal, y botellas de agua.


Al terminar mi botella, me quedé respirando muy rápido y entre cortado, y miraba su espalda sin que se diera cuenta mientras ella ordenaba las cosas en su carreta, parecía estar haciendo espacio para algo.


Vestía con una camisa roja a cuadros, con botones, y una falda hasta la mitad de las piernas del mismo color junto con unas botas casi hasta las rodillas y un sombrero para rematar con su apariencia como de vaquera del viejo oeste, pero... tenía... cosas muy raras extras... Su cabello era rosa completamente, no parecía pintado, parecía un rosa súper vivo, no parecía tener orejas, no normales, más bien eran aletas que salieran hacia los lados, y su piel, su piel se veía de un extrañísimo tono azul rey, con muchas pequitas del mismo color de su cabello a lo largo de toda su piel, me sorprendió muchísimo esa piel, me asustó un poco, pero lo que más me asustó de esta persona era... que estaba rodeada con una serie de... ¿Tubos?



A su aspecto alienígena se sumaba que había muchos tubos de metal que la envolvían como cinturones, algunos de ellos terminaban en pequeños círculos que parecían como conexiones de algún tipo. Los tubos envolvían sus brazos, torso, piernas y cadera, y al final parecían conectarse con un tanque lleno de agua y enorme, de material transparente que colgaba de su espalda, debía pesar una tonelada, pero ella se veía supremamente cómoda llevándolo colgado, me recordaba un poco a como un guerrero llevaría colgando su espada.


- ¿Ya terminaste tu agua? ¿quedaste bien o te gustaría otra? - Dijo en voz alta desde la carreta de madera, girándose a verme nuevamente, tenía millones de preguntas en la cabeza, no pude contestar lo que me preguntaba, en su lugar le grité sin querer.

- ¿Dónde estoy? ¿Estoy Muerto? ¿Este es el infierno? ¿Eres un Ángel?


- Woow, Wooow, calma aventurero, ¿qué si soy un ángel?, de hecho es curioso, muchos nos llaman "Los Ángeles Desérticos", jeje, pero nah, soy solo... una Oasis Vivo normal.

- ¿Si estás muerto?, mira que no lo sé, ¿Lo estás? digo eso sería súper cool, la primera vez que hablo con un muerto, me perturba un poco, pero sería genial.

Oasis VivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora