Capítulo 32 - Confesión

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Esta mañana recibí un mensaje de texto de mi entrenador. Ayer tenía entrenamiento de baloncesto, pero por obvias razones no fui. No podía, no cuando todo mi cuerpo estaba hecho un asco, y me sentía a punto de desfallecer en cualquier momento.

Como las clases han vuelto a empezar, mis dos compañeras de dormitorio están de vuelta y ayer me aseguré de elegir una pijama de manga larga antes de irme a la cama. No podía dejar que vieran mi cuerpo golpeado, porque si lo hacían, harían preguntas, y si hacían preguntas, tendría que inventarme una mentira rápida y creíble.

El dormitorio estaba vacío cuando mi alarma me despertó esta mañana, y no hay palabras para explicar lo aliviada que me sentí por ese simple hecho cuando me miré en el espejo. Aunque había hecho todo lo posible por disimular la piel pálida que sabía que estaría llena de marcas azules y moradas, había fracasado. Línea tras línea de moretones en forma de huellas dactilares manchaban la piel alrededor de mi garganta, y casi me derrumbo al verlos. Apenas me atreví a revisar el resto de mi cuerpo, pero aún así lo hice, y era tan feo como había esperado, si no incluso peor. Tengo marcas esparcidas por los hombros y los brazos, y me duele al mover la parte superior del cuerpo. Pero a pesar del dolor, decido ir a clase. Ya me he saltado más de lo que debería.

Me pongo una sudadera con capucha, pero siento que mi estado de ánimo decae cuando miro fuera y veo que el sol brilla intensamente en el cielo azul claro. Hoy hará calor, sin duda. Suspirando frustrada, me pongo la camiseta de manga larga más fina que tengo y espero que no me cocine viva. Tengo un pequeño moretón en la mejilla por la bofetada que me dio Lisa ayer, pero no es tan profundo como el otro y lo disimulo fácilmente con un poco de maquillaje. Los moretones de la garganta, sin embargo, son de un morado furioso y me esfuerzo por cubrirlos durante casi media hora antes de darme por vencida. Hay al menos tres capas de maquillaje encima, y el morado se ha disimulado en un tenue tono pastel, pero aún se puede ver claramente que hay algo escondido debajo. Miro la hora y me doy cuenta de que tengo que ponerme en marcha si no quiero llegar tarde a mi primera clase. 

Maldigo en voz alta, busco rápidamente en mi armario y saco una bufanda color crema. Me la envuelvo alrededor del cuello al mismo tiempo que salgo corriendo por la puerta y, para colmo, me suelto el cabello rubio de la coleta, con la esperanza de que todo disimule mi garganta magullada.

Llego a clase con dos minutos de sobra y, por suerte, Lisa no está en ella. Me pregunto si siquiera la veré hoy o si sigue demasiado enfadada conmigo. Sigo sintiéndome culpable por haber delatado a su hermano, pero ya he asumido que no puedo hacer nada al respecto. Me aferro a la idea de que Taemin puede valerse por sí mismo.

—Hola. —dice alguien de repente al sentarse a mi lado. 

Sonrío al ver a Mike y le devuelvo el saludo.

—¿Dónde estuviste ayer? —pregunta preocupado, y mi sonrisa vacila de inmediato.

—No me encontraba bien. —miento en parte —¿Me he perdido mucho?

Mike niega con la cabeza.

—No. De hecho el entrenador estaba de mal humor y convirtió el entrenamiento en un infierno.

—Me alegro de haberme salvado. —me río a medias.

—Por cierto, esta noche tendremos una fiesta. ¿Quieres venir?

—Es mitad de semana. —le digo y le miro con cara divertida.

—¿Y qué? —sonríe.

El profesor entra en el aula justo cuando contesto.

—No puedo.

Mike frunce el ceño ante mi respuesta.

—"Es mitad de semana" —dice burlándose de mí —¿Qué otra cosa tienes que hacer que sea más importante que salir de fiesta?

WICKED GAME (ROSÉ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora