Los días siguieron con su curso normal, día a día Zenitsu veía a sus compañeros regresando molidos de su terapia física, sintiendo una extraña mezcla de nerviosismo por pensar que el tendría que pasar con lo mismo, así como una ligera tristeza por no tener a nadie con quien hablar durante la mayor parte del día. Su relación con Aoi se había transformado en una guerra fría, ambos se trataban con un silencioso respeto, pero en la manera de respirar, de cambiar su postura y del modo en que apartaban la mirada, se podía sentir un inmenso y mutuo desprecio.
Una vez cada tantos días, la dueña de la finca, la señorita Shinobu se daba una vuelta por la enfermería, deslumbrando a todos con su siempre alegre sonrisa y realizando un rápido chequeo general, todo marchaba perfectamente en la recuperación de todos. Tanjiro había sanado sus huesos y cerrado sus cortes, la garganta de Inosuke estaba repuesta y las extremidades de Zenitsu estaban de vuelta en su tamaño usual, por lo que antes de marcharse dijo cantarina:
"Todos están de maravilla, por lo que su rehabilitación va a ser mucho más estricta, ¡Trabajen duro chicos! ¡Jiji!" A pesar de sus gentiles palabras, todos pudieron sentir cierto tono de burla.
- ¡NOOOOOOOOOOOOO! ¡NO PUEDEN OBLIGARME! ¡SI USTEDES REGRESAN ASÍ DE ADOLORIDOS YO SEGURAMENTE ME MORIRÉ! ¡NO LO HAGAAAAAAN! -Gritaba el rubio desesperado, abrazándose a una de las patas de la cama.
- ¡Es por tu propio bien Zenitsu! ¡Nunca te mejorarás si no haces ejercicio! -Gritaba Tanjiro, jalándolo de la pierna izquierda.
- ¡Por eso mismo quiero llevarte tonto! ¡Quiero escucharte chillar como un pichón antes de ser aplastado! ¡Mwa ha ha! -Exclamaba Inosuke que agarraba la pierna derecha.
Tres pequeñas niñas veían el penoso espectáculo desde el umbral de la puerta, suspirando hasta que una de ellas alzó la voz.
- ¡D-disculpe! ¡La señorita Aoi me pidió que les diera un mensaje por si algo como esto sucedía! -Comentaba la pequeña niña, tímida pero decidida.
Al escuchar quien era la autora del mensaje, los dos chicos dejaron caer las piernas de Zenitsu al piso, pero este no llegó a quejarse, estaba atento a lo que la niña iba a decirle, preparado para replicar en aquella batalla de indirectas e insultos discretos con la peli negra.
Con la intensidad de la mirada del rubio, la pequeña terminó por acobardarse, haciendo que otra del grupito caminara hasta ponerse a su lado, cerrando sus ojos y gritando para no perder ímpetu.
- ¡Y-ya sabía que ese cobarde no iba a entrenar! ¡P-pero en la finca no tendremos a ningún p-pa-para...! ¡PARÁSITO! -Los labios le temblaban al tratar de replicar esas crueles palabras- ¡Si no entrena lo echaré yo misma de una patada!
Al terminar con el mensaje agachó la cabeza junto con la primera de las niñas, a lo que llegó la tercera para unirse en su pequeña fila.
- ¡ESO! -Gritó también, para no sentirse excluida.
Las tres se abrazaron entre sí, algo temerosas de como fuera a reaccionar ese chico rubio que siempre era tan gritón, sin embargo, sólo lo vieron ponerse de pie por su cuenta y en silencio. Sus ojos estaban ocultos tras su cabello dorado como el sol por lo que era difícil leer sus sentimientos, tan solo se sentó en la cama con las manos sobre sus rodillas, a lo que sus compañeros le rodearon angustiados.
- Monitsu/Zenitsu... -Dijeron al unísono, con diferentes palabras pero con la misma intención.
- Chicos... ¿E-es realmente tan dura la rehabilitación? -Alzó la mirada, reflejando una expresión temerosa y llena de nerviosismo.
Sus amigos se miraron el uno al otro, para luego dirigirse al rubio y asentir con franqueza. Ante esto, Zenitsu sólo suspiró y se puso de pie, mostrando una pequeña sonrisa en su afligido rostro.
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Diamante en bruto
RomansLos opuestos se atraen, lo que parecía disgusto y desprecio era en realidad un modo de esconder una inseguridad. Una cercanía se va desarrollando semejante a una enfermera y su paciente, de modo que dos personas aparentemente opuestas y destinadas a...