Capítulo Veintidos: Magia contra Fuego

7 1 0
                                    

Respirando el aire puro de la montaña, Erick aguarda con la mirada perdida. Repleta de odio, con el ceño fruncido y todos los músculos de su cuerpo en completa tensión.



Nayla aterriza frente a él, haciéndole frente con la mirada, plantándole cara. Su mirada se torna penetrante, como si quisiera atravesarlo con la vista.



-Hace siglos conocí a Phalord. -menciona Erick-. ¿Sabes quién es? Uno de los doce reyes bestia, el único que tiene una forma similar a la de un dragón. Su cuerpo era extenso, y parecía no tener final, con sus escamas doradas brillaba como si fuera el sol. Vi a otros reyes bestia mientras surcaba el cielo en aquella época. Pero nunca tuve la oportunidad de conocer a Kira.


-Tampoco tendrás oportunidad de conocerla. -responde Nayla tajante-. Está sellada.


-Es una pena, no podrás usarla para defenderte.


-No necesito que nadie me defienda.


-Eso aun está por verse.



Sus manos se ven repletas de llamas, y ataca a Nayla con una inmensa bola de fuego. Cuando impacta contra ella, su cuerpo se vuelve agua, delatando que se trata de un clon. Y sin que lo vea venir, el puño meteorito impacta contra su mandíbula, dejándolo boca abajo sobre el suelo.



Nayla celebra silenciosa el excito de su maniobra, la que aprendió viendo a Kyros, el que de seguro estaría orgulloso si la viera. Quien no muestra mucho orgullo es Erick, quien parece estar avergonzado por caer en ese truco tan tonto.



De pronto el suelo a su alrededor comienza a derretirse, Erick comienza a emanar enormes temperaturas de infierno, su piel se cubre con escamas rojas, sus dedos se transforman en garras y todo su cuerpo empieza a mutar.



Cada instante se vuelve eterno para los ojos de Nayla, quien mira estupefacta todo lo que sucede. En tan solo cuestión de segundos tiene en frente al último dragón con vida. Con un tamaño colosal y una expresión salida del abismo, pone en vida una vez más su mito.



Sus fauces se abren, rompiendo el cielo con un rugido de espanto que aleja a las nubes y aturde a Nayla, haciendo que tape sus oídos con ambas manos gritando de dolor. Pero luego de su rugido solo viene el calor de sus llamas implacables, que se asoman como un sol a la desprevenida chica que apenas puede esquivarlo.



Decide atacar, usa el mismo hechizo, pero ahora su puño impacta contra el lomo del dragón, quien apenas siente cosquillas. La embiste con su propio cuerpo tirándola contra una montaña, haciéndola añicos, provocando que quede sepultada en una pila de rocas, pero sabe que eso no sería suficiente para arrebatarle la vida.



Se apresura y se tira contra las rocas, corriéndolas con sus patas, buscando el rastro de Nayla, quien había logrado escabullirse sin que su vista la observe. El dragón gruñe de furia, y sobre vuela las montañas buscándola. Al tiempo que sus ojos no tienen éxito, usa sus llamas, para atacar a la tierra y hacerla salir de su escondite.



El calor alcanza tantos niveles que derrite a las imponentes rocas como si estuvieran hechas de plástico. Nayla apenas llega a refugiarse en una cueva, apabullada por el poder de su rival. Este miedo paralizante ya lo conoce, como quien conoce a un viejo enemigo.



Muchas personas pasan años sin saber lo que es el verdadero temor. Pero ella lo conoció cuando era una niña. Tuvo que soportar maltratos, huir y ocultarse durante toda su vida, pero ya no está dispuesta a tolerarlo.



Decidida sale brava de la cueva a luchar con fervor. Pero, contra todo pronostico, el cielo se oscurece y las montañas son bañadas por una lluvia torrencial. Era imposible que fuera provocada de manera natural, debe ser magia, y solo hay un mago que siempre está cerca de ella, Kyros.



Logró alcanzarlos, y desde la lejanía provocó esa lluvia. En cuestión de segundos, Erick queda empapado. Sin dudarlo, el mago hace caer un espantoso rayo del cielo contra él. Y a pesar que el agua aumenta el potencial eléctrico, apenas logra hacerle daño.



El dragón mientras es atacado, logra ver a Kyros a lo lejos, y llena sus fauces de fuego para responder a su ataque.



Nayla interviene, tocando con sus manos las rocas que moran de las yacientes montañas, transmitiéndoles su magia, las manipula haciendo que caigan sobre el dragón, impidiendo que ataque, y vuelva a concentrar su atención en ella.



Hace añicos a las rocas con su fuego, Y justamente eso nubla su vista un momento, segundos tan solo que ella utiliza para atacar con el puño meteorito en su cabeza, aterrizando sobre él y propinándole furiosos coscorrones sobre sus duras escamas.



Nayla siente que es como golpear una pared, pero eso no la detiene, sigue atacando con una furia que es similar a la de un animal, demostrando así su brutalidad.



Sin embargo, Erick logra sacársela de encima con sus garras, las que ella debe esquivar para no quedar hecha pedazos, y en ese instante vuelve a caer otro rayo sobre él, quien apenas se inmuta con los ataques.



Cualquier otro rival ya estaría fuera de combate. Pero él no, demuestra que enfrentar a un dragón no es cosa de un cuento. Aunque ignoran que la verdadera batalla aun está por venir.


Nayla, Amor, Magia y AventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora