Agustín
23 de Marzo, 2015
—Solo unas horas más —dije con los ojos cerrados.
Me encontraba recostado sobre el borde de la fuente, mi pierna izquierda colgaba y se tambaleaba mientras que mis manos jugaban sin parar con las pulseras de mi hermano mayor. Está nervioso. Cansado. Transpirado. Pase la mano por mi pelo sintiendo la humedad del mismo. "Soy un asco" reconocí al tiempo que tomaba impulso para sentarme, observé alrededor: las sillas, la mesa, el mantel, las velas, los dibujos y los carteles de bienvenida que habíamos hecho junto a Alexander, todo se encontraba en orden. Coloqué con dificultad la pulsera alrededor de mi muñeca, me sequé la cara con la remera, respiré hondo y me marché.
Fui hacia la casa de mi cuñada a devolver las llaves y a ofrecer mi ayuda una vez más.
—No es necesario —aseguró la madre de Ámbar —tenemos todo bajo control, ve a tomar un baño y prepárate. Vamos a tener todo ahí para cuando lleguen.
En el camino de vuelta vi a Julián, uno de mis compañeros. Él era un chico torpe, distraído y muy inocente para su edad, por lo cual el verlo con personas opuestas a él me llamó la atención. Sentí que estaba viendo a un lindo y esponjoso conejito jugar con cinco motosierras oxidadas.
Había escuchado varias cosas sobre aquellos chicos, buenas o malas dependiendo quien las relata e interpreta. Buenas según yo, como cuando había escuchado que uno de ese grupo le había ganado una discusión a una de las profesoras más estrictas. No tenía forma de verificar si los rumores eran ciertos o no, aunque prefería pensar que sí.
Sonreí, estaba feliz por él y, en especial, estaba agradecido de que Julián y los chicos que lo acompañaban no me hayan visto pasar. Normalmente no me sentía intimidado ante las miradas de los demás, ser el centro de atención (en un pasado no muy lejano) casi nunca me había representado algún problema o incomodidad, pero en ese momento preferí mantener un perfil bajo. Saqué mi celular del bolsillo y entré al grupo que compartía con Mía, Pablo, Coty y Carlos.
—Al menos —susurré —las cosas son normales con ustedes.
Al llegar a mi hogar preparé varios atuendos, incluyendo uno para mi madre y otro para Alexander, antes de entrar al baño para tomar una ducha. El tiempo se estaba acabando. Me cambié más de una vez, quería estar perfecto para la llegada de Tomás.
—Agus —me llamó Alexander desde la puerta.
—¿Qué pasó? —pregunté mirando mi celular. Lo estaba usando de espejo.
—¿Tomi en verdad va a volver? —asentí.
—Si, él volverá ¿no es asombroso? No importa lo que pase él siempre encuentra la manera de volver.
—¿Amanda también volverá? ¿Joaquín? ¿Martín? ¿Papá? ¿Ellos también son asombrosos?
Mi corazón se encogió, sabía que la respuesta era "no" pero no sabia como decirle. Me agaché para abrazarlo y le pedí que fuera a cambiarse, antes de ir el pequeño mr miro a los ojos y dijo:
—Hay una gran probabilidad de que lo sean, solo hay que ser paciente para averiguarlo.
Después de bañarme, vestirme y arreglar mi pelo revisé mis mensajes, todo estaba listo. Carlos y Mía insistieron en ver cómo iría vestido, Coty, en respuesta a los dos había mandado una foto de un indigente y un mensaje que decía "yo creo que irá algo así, no va a tener tiempo para cambiarse" a lo cual Pablo sumó una imagen de un chico en toalla y dos audios los cuales no escuché. Bajé las escaleras, Alexander estaba de pie junto a nuestra madre y, sentada en el lugar que un día le perteneció a Joaquín, se encontraba Pamela.
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Jóvenes Máscaras
Ficção Adolescente《Creo que estoy perdiendo la cabeza》pensó al notar la presencia de la amiga imaginaria de su medio hermano dentro de las fotografías.