Epílogo I: Cómo llegué aquí

3 0 0
                                    

El viaje había sido, terriblemente insufrible, para la Hechicera de la Luna llamada Dea Fleming. Una feroz tormenta había azotado el mar durante esos días, haciéndole imposible superar el trauma de la noche que sus padres murieron y poder descansar, durante la semana que duró el mismo.

-¡Gracias Dama del Caos! ¡Ya casi llagamos!-

Se encontraba en la borda del barco con sus manos juntas, como si fuera una plegaria, mirando hacia el horizonte donde se podían apreciar los primeros vestigios de Ciudad Central. Estaba pálida y ojerosa, dudaba que pudiera dar un paso sin marearse.

Una pequeña niña, que llevaba una muñeca bajo su brazo, se acercó a ella al verla en ese estado.

-Señorita...- tiró de su túnica -Señorita, ¿Se encuentra bien?-

Bajó la vista hacia la pequeña y la miró, sonriendo. Le encantaban los niños y además, tan pequeños como esa hermosa criatura de cabello castaño claro y ojos grises, que aparentaba unos siete años.

-Hola- sonrió aún más -Si, pequeña. Estoy bien, solamente, me siento un poco cansada-

La niña, le correspondió esa sonrisa.

-Eres muy bonita- declaró, mirándola -¿Estás sola?-

-Si, estoy sola- se sentó en el suelo al sentir nauseas - Tú también eres muy bonita, ¿Cómo te llamas?-

-Soy Perla, ¿Y tú?- tomó asiento a su lado, mirando el pendiente de dragón de la Torre -Que lindo, me gustan los dragones- señaló e hizo bailar a su muñeca en sus manos.

-Me llamo Dea y este dragón es muy especial- lo levantó y leyó el nombre tallado en él que, no era el suyo -Era de mi novio, él es un hechicero muy particular de la Torre de Taflem, al igual que yo- suspiró, observándolo con nostalgia -Lo tomé equivocado cuando me despedí de él, al venir a Amestris-

-¿Una hechicera?- la niña no entendía nada -¿Qué es eso?- nunca había escuchado esa palabra -Mi papá es un alquimista, ¿Tú eres igual a él?- rió.

-No, yo hago magia y tu papá, alquimia- invocó una pequeña luz entre sus manos y le enseñó lo que era la magia, después de pronunciar un mantra -Ves, es muy distinta- le entregó la luz a ella - Tómala, te la regalo- ella la sostuvo entre sus manos con sus ojos grandes -No durará mucho-

-¡Gracias!- se incorporó de golpe, acercándose a una mujer rubia de ojos cafés -¡Mira, mami! ¡Esa chica hace magia!-

Le enseñó la luz a la mujer que la miró y luego, dirigió sus ojos a ella. Esa joven castaña y de ojos avellanas, se le hacia muy familiar, sino estuviera tan pálida y demacrada, juraría que era Gaia, la hija adoptiva de Izumi Curtis.

-¿Gaia?- se acercó con cuídado para hablar con ella -No sé si me recuerdas, pero soy Riza- se detuvo al llegar -Riza Hawkeye, nos conocimos hace unos meses en la casa de los Elric-

La miró, sonriendo. La habían confundido con su hermana.

-Lo siento, señora- respondió, incorporándose -Debe estar confundiéndome con Gaia, mi hermana- extendió una mano -Yo soy Dea, un gusto conocerla- ella, la estrechó.

-Son idénticas- declaró -Desconocía que Gaia tuviera una hermana- su mano estaba helada -¿Quieres ir a la cafetería con nosotras?- miró a su pequeña que jugaba con la luz -Te ves muy pálida, te haría bien beber y comer algo- lo pensó un momento -Mi esposo Roy, nos está esperando allí-

-Gracias, me encantaría- respondió -Hace días que todo lo que ingiero se va por la borda- sonrió, agradecida -¿Vamos, pequeña?-

Le tendió la mano a la niña a su lado, que la tomó, caminando hacia la cafetería

Una Alquimia llena de Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora