Capítulo 2: Yendo a la ayuda de Sherlock Holmes.

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A la mañana siguiente aún no sabía muy bien que hacer con la dichosa carta. Me había quedado dormida pensando en si aceptaría o no la oferta de Holmes, y aún no había llegado a la respuesta definitiva.

Cuando mi reloj biológico me despertó a las cinco de la mañana no pude volver a dormirme.

 Con las trenzas casi desarmadas por completo a causa de una batalla con las sábanas me levanté de la cama y, aún con el camisón malva puesto, me dirigí a la cocina. Me preparé unos huevos revueltos, los acompañé con una taza de té caliente.

Algo que me ayudaba a pensar era pintar. Pintar era realmente mi escape indispensable, el cual me ayudaba a huir cuando era necesario o perderme cuando algo estaba a mi acecho (es decir, todo el tiempo). En aquel caso necesitaba tomar una decisión, que por muy simple que pareciera, era de suma importancia para mí. Mi decisión podía significar el termino definitivo de una etapa de mi vida, o... en realidad no sabía muy lo que significaba la otro opción para mi, pero aún así no podía descartarla. ¿Sería una nueva oportunidad para mi relación como Holmes? ¿Sería a caso solo alargar más el fin inevitable? 

Me senté en la sala y tomé los pinceles. Lancé pintura de un lado a otro, trazando líneas que al principio solo eran un caos pero que luego fueron tomando forma. El cielo fue tomando tonos amarillos y azules, que una vez que se mezclaban parecía que el mismo Dios había soltado todo su poder en ese fragmento de inmensidad.

Mientras pintaba pequeños trazos para armar el fino tallo de un crepuscular clavel, la repuesta a la interrogante de Sherlock vino a mente como un estruendoso rayo que aparece sin pleno aviso.

Me levanté de la sillita de madera en dónde me había instalado para pintar y corrí a mi habitación con los pies descalzos. Rápidamente vestí mi vestido color bermellón, o al menos lo más rápido que podía ponerme todas esas capas de ropa. Busqué mis zapatos negros durante varios minutos, hasta que por fin encontré el par derecho debajo de mi cama. Mientras anudaba los cordones del zapato miré el reloj que había en la habitación: solo me quedaban diez minutos para llegar al callejón.

Tomé mi bolso negro del armario salí corriendo de mi apartamento. Casi caigo en los últimos escalones de la escalera, pero ni siquiera eso me detuvo.

Me tomó aproximadamente cinco minutos lograr que un carruaje se detuviera frente a mí.

—A la cafetería Diamonds, por favor —dije al conductor casi sin aliento. Los caballos relincharon y comenzaron a andar. No sabía exactamente cuánto tiempo había tardado en llegar a la calle de la cafetería Diamonds pero aproximadamente solo habían sido tres minutos. Las calles estaban desiertas, los únicos ocupantes era mi carruaje y algunos peatones que se dirigían a sus trabajos.

Cuando se detuvo prácticamente le lancé las monedas de pago. Me bajé del carruaje con un salto y corrí hacía el otro lado de la calle, donde estaba el callejón.

La oscuridad del lugar me recibió silenciosa, los casi inexistentes rayos de sol que se colaban al área alumbraron la falda de mi vestido. Los golpeteos de las patas de los caballos se alejaron y me dejaron en la soledad.

Un perro que perseguía a un felino color negro apareció en la entrada del callejón, pero rápidamente se alejaron también. Los nervios comenzaron a comerme viva. Sabía que Sherlock iría, pero aún así dudaba de ello. O, tal vez, no dudaba de su promesa, sino de si mi decisión había sido la correcta.

Justo mientras pensaba cuanto faltaría para que fueran las seis en punto las campanas de la iglesia de la esquina sonaron estruendosamente, informándome que la hora de encuentro con el hombre de bigote.

El sonido de las campanas hizo que por inercia me girara en dirección a ellas, cuando volví la vista hacia la entrada del callejón una sombra negra estaba parada allí.

Puntual, como siempre.

La figura caminó con paso firme y seguro hacia mí. Enderecé la espalda, también por inercia.

Un caso de amores libres y misterios indescifrables [Sherlock Holmes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora