único

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Estaba agotado de sufrir por todo. Se empezaba a acostumbrar a ese dolor constante en el pecho que no lo dejaba respirar tranquilo. Nada lo satisfacía por completo, todo lo que hacía nunca era suficiente para tenerlo tranquilo aunque sea unos minutos en esos agotadores días.

Solo quería apagar su mente por un segundo. Sentía como las miradas de todos perforaban en su piel sin dejarle respirar tranquilamente, pensando en como seguramente esas personas estaban juzgando cada mínimo movimiento que hacía, cada respirar de él era visto por ellos.

Su respiración empezaba a ser agitada, por más del notable sobreesfuerzo que hacia en cada inhalacion, sentía como el aire no entraba a sus pulmones, comenzando a desesperarse.

No era momento de tener uno de sus ataques, estaba al frente de mucha gente que estaba esperando recibir algo de él, no podía ponerse de esa forma, y aunque esperaba que ese pensamiento lo hiciera tranquilizarse, sucedía todo lo contrario, solo se ponía más y más nervioso sin saber que hacer. Sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas y cada vez era más difícil frenarlas.

Tan metido estaba en su propio sufrir que no se dio cuenta que su compañero, Emiliano, se había dado cuenta de lo que le estaba sucediendo y había empezado a analizar que podía hacer para ayudarlo.

Estaba al frente de muchos periodistas que querían algún testimonio de él sobre el resultado del partido que habían jugado hace unos minutos atrás, pero Julian solo podía respirar agitado sin poder completar una oración debido a su estado.

Por más de que para todos habian tenido un gran desempeño en el partido, Álvarez que era muy exigente consigo mismo había quedado mal después de este y Martínez lo había notado. Vio su cara de angustia al terminar el partido y cuando quiso acercarse al lindo chico no pudo debido a la cantidad de gente que repentinamente había decidido tirarse encima de él para preguntarle cosas. Comenzaba a ponerle nervioso no poder liberarse del tumulto y aún más ver que Julian estaba en esa misma situación y él no estaba podiendo ayudar.

Sin responder nada de lo que le decian y pidiendo disculpas se hizo lugar para llegar al cordobés, agarrandolo de la mano con la suficiente fuerza para poder llevarlo hasta un baño individual medio escondido entre los pasillos del estadio.

Julian se tensó e intentó separse de su mano, hasta que subió la mirada y vio al arquero mirarlo con una pequeña sonrisa pero con una notable preocupación en su cara. Solo se dejó llevar. No sabía a donde iban pero sabía que todo estaba bien si de Emiliano se trataba.

Sin siquiera notar la cara de confusión de los periodistas e ignorando sus llamados se perdieron en esos pasillos entrando al baño.

Al entrar Julian se arrastró hasta piso, ya con la cara llena de lágrimas. Si bien le daba vergüenza que lo vieran tan débil a Emiliano le tenía una gran confianza y en ese momento no tenía tiempo para pensar que tan lamentable se estaba viendo.

—Tranquilo, está todo bien —dijo Martínez agachandose para quedar a su misma altura—. Estoy acá con vos ¿Sí? No me voy a ir —con su mano hacia círculos en su espalda intentando que esté más tranquilo.

Le angustiaba mucho ver al otro en ese estado. Se sentía inútil, por más que sabía que mucho más no podía hacer. Quería sacarle esa tristeza y cargarla él, no le importaba sufrirla si eso aseguraba que Julian iba a estar bien.

Emiliano era consiente de que sus sentimientos por el cordobés no eran propios de una amistad, Julian le gustaba y mucho, pero con el tiempo se habia resignado a que su relación no iba a cambiar. Él era mayor, estaba transitando un proceso de divorcio y charlando como iba a compartir la custodia de sus hijos. Creía que era complicado que Álvarez llegará a interesarse en alguien como él.

—E‐Emi n-no p-puedo —intentaba formular una oración con sentido pero su angustia, sus latidos apresurados y su respiración agitada no le dejaban hacer nada, en ese momento solo le salía sollozar.

—Sh, no pasa nada ¿Si? —al ver que a Julian no le molestaba su toque se acercó más a él, agarrandolo por los hombros repartiendo suaves caricias en estos— Mírame respirar a mi —dijo exagerando sus respiraciones—. Intentá seguirme. Inhala y exhala conmigo. Vos podes.

A Julian toda esta situación le daba aún más ganas de llorar. Le ponía triste ver la cara de angustia de Emi. No le gustaba que lo vieran tan débil, le ponía nervioso estar mostrando ese lado suyo que todo el tiempo se esforzaba en esconder, enfrentandolo él solo, por más que a veces se le hacia imposible.

Los minutos pasaban y pudo empezar a respirar más tranquilo, dejando de temblar, solo dándole lugar a solitarias lágrimas que bajaban por sus mejillas.

—¿Estás mejor Juli? —le dijo Emiliano más tranquilo, con una leve sonrisa mientras agarraba suavemente su cara con sus dos manos.

—S-sí, gracias Emi —la sonrisa con la que dijo aquello sonrojó al más alto, quien fue consiente, en ese momento, de lo cerca que estaban el uno del otro, sin embargo, no se separó.

—¿Querés hablar de lo que pasó? ¿O preferís que sea después? —le gustaría que el otro pudiera sacarse ese peso de encima y le contara lo que pasaba por su mente, pero entendía que en ese momento seguro se sentía agobiado. No le importaba cuando Julian quisiera hablar, él estaría ahí para escuchar e intentar ayudar.

—Después, ahora solo quiero estar con vos ¿Puedo? —se recargó en el cuerpo del otro, buscando más contacto en busca del calor del otro.

—O-obvio que podes Julito, no tenés ni que preguntar —le había tomado por sorpresa el acercamiento del otro pero ni lento ni perezoso lo acercó más, abrazándolo, mientras Julian escondía su cabeza en su cuello.

Estuvieron en esa posición un rato, no sabían con exactitud si fue mucho o poco tiempo pero no les importaba en lo más mínimo, solo querían disfrutar la presencia del de al lado. Demostrar un poco esos sentimientos que sentían el uno por el otro pero mantenían escondidos en el fondo de su corazón por el miedo al que podía pasar.

Ninguno dijo nada cuando empezaron a separarse del abrazo, mirándose cara a cara. Sus ojos rápidamente bajaron a los labios del contrario y no pensaron demasiado cuando los juntaron, uniendolos en un beso tranquilo, lleno de cariño y amor.

No era el lugar más cómodo -ni higiénico- para lo que hacían, estaban en el piso de un baño del estadio que podía no haber sido limpiado en un par de días, pero en ese momento era lo que menos les importaba, solo estaban concentrados en lo bien que se sentían sus labios juntos, encajando a la perfección en cada movimiento.

Cuando tuvieron que separarse, se miraron hipnotizados, se encantaban, no querían separarse nunca.

—Me volves loco.

—Y vos a mi.

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