3¬LOCKED AT PRIVET DRIVE

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↻Encerrados en Privet Drive

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━━━━━━━—¿Y BIEN? —PREGUNTÓ TÍO VERNON, DEVOLVIENDO A HARRY Y A ALICIA A LA REALIDAD—. ¿Qué pasa ahora? ¿Te han condenado a algo? ¿Existe la pena de muerte entre tu gente? — añadió, esperanzado, como si se le acabara de ocurrir esa idea.

—Tengo que ir a una vista —explicó Harry.

—¿Y allí te condenarán?

—Supongo que sí.

—Entonces no perderé la esperanza —aseguró tío Vernon con crueldad.

—Alicia es mi testigo.

—Ya he perdido toda esperanza.

La cocina se quedó en un silencio abrasador hasta que Alicia volvió a acordarse de McGonagall. Miró a Harry y tiró suavemente de la manga de su camiseta. Harry la miró y entendió lo que ella quería decir.

—Bueno, si eso es todo... —dijo Harry agarrando a Alicia de la muñeca y tirando de ella, con la varita en la otra mano.

—¡No, claro que no es todo! —bramó tío Vernon—. ¡Siéntate inmediatamente!

—¿Y ahora qué pasa? —preguntó Harry con impaciencia.

—¡Dudley! —gritó tío Vernon—. ¡Quiero saber exactamente qué le ha ocurrido a mi hijo!

—¡Muy bien! —chilló Harry, y la rabia que sentía hizo que de la punta de su varita, que todavía tenía en la mano, saltaron chispas rojas y doradas. Los tres Dursley, acobardados, se encogieron—. Dudley, Alicia y yo estábamos en el callejón que conecta la calle Magnolia y el paseo Glicinia. Dudley estaba vacilándome y yo saqué mi varita, pero no la utilicé. Entonces aparecieron dos dementores...

—Pero ¿qué son los dementoides? —preguntó tío Vernon furioso—. ¿Qué hacen?

—Ya os lo ha dicho Alicia: te quitan toda la alegría que tienes dentro —respondió Harry —, y si tienen ocasión te besan y...

—¿Que te besan? —lo interrumpió tío Vernon con los ojos fuera de las órbitas—. ¿Qué te besan?

—Así llaman al hecho de que te saquen el alma por la boca.

Tía Petunia soltó un débil grito.—¿El alma? No le habrán quitado... Él todavía tiene su...

—Claro que no le han quitado el alma. Si lo hubieran hecho ya os habríais dado cuenta —respondió Harry exasperado.

—Tú los ahuyentaste, ¿verdad, hijo? —inquirió tío Vernon con ímpetu—. Les diste su merecido, ¿verdad?

—A los dementores no puedes darles su merecido —sentenció Harry entre dientes.

—Entonces, ¿cómo es que está bien? —rugió tío Vernon—. ¿Por qué no está vacío?

—Porque utilicé el encantamiento patronus...

¡ZUUUM! Con un fragor, un aleteo y una pequeña nube de polvo, una cuarta lechuza salió a toda velocidad de la chimenea de la cocina.

—¡Por todos los demonios! —gritó tío Vernon—. ¡No quiero ver más lechuzas en mi casa, no pienso tolerarlo, te lo advierto!

⁵Alicia y la Orden del Fénix [LRYEA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora