Capítulo 1.- Un nuevo inicio, una nueva aventura

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Hanagaki Takemichi es un joven de 28 años aproximadamente que tiene una vida demasiado común, pues tenía un trabajo de repostero muy común y vivía en una pequeña casa no tan lujosa igual de común, el se enteraba de todo lo que pasaba en las demás islas por medio de los viajantes que iban y venían.

Takemichi pensaba que sería muy divertido volver a ser joven y vivir grandes aventuras como todos esos viajantes que iban en barcos enormes, pero siempre que se ponía a soñar con eso un golpe de realidad le llegaba por medio de la voz de alguien que para Takemichi era muy especial pero que con el tiempo ese amor que le tenía se había convertido en miedo.

- Deja de pensar en ser un viajante, te recuerdo que estás casado conmigo y que eres repostero no viajante o pirata por dios -dijo molesto-.
- Ah, lo lamento Mikey... es que... tantos viajantes que vienen aquí me hacen pensar qué tal vez en algún momento tú y yo podríamos viajar como unas vacaciones en pareja o por nuestro aniversario -dijo con una ligera sonrisa llena de miedo-.
- Eh?~ pero si a mí no me gusta viajar, eso se lo dejo a Kenchin -dijo indiferente-.
- Lo sé... pero solo quisiera que... -no termino de hablar pues Manjiro lo había golpeado-.

Manjiro no se contuvo y golpeó a su esposo Takemichi pues el sabía perfectamente que esas ideas de querer viajar por el mundo fue por un pirata que había conocido no hace mucho.

- Escúchame bien Hanagaki, si yo digo que no vamos a viajar es porque ¡no vamos a vijar! -dijo intimidante-.
- <<¿Como fue que termine así?>> -pensó asustado- <<¿no se supone que tendría que haber sido de otra manera?>> -pensó sobando su mejilla-.

Manjiro se fue del mostrador donde estaba Takemichi para ir directo a un bar pues se iba ver a sus amigos, mientras Takemichi iba a poner el letrero de cerrado, pero justo llegó un cliente, Takemichi sin poder decir que no, lo dejo pasar para que comiera algo.

Mientras lo atendía Takemichi pudo notar que aquel hombre llevaba con el Un especie de maletín cosa que le llamó la curiosidad.

- Disculpe... ¿que tiene en ese maletín? -preguntó curioso-.
- Aquí cargo una fruta del diablo -dijo orgulloso-.
- ¿De verdad? -preguntó sorprendido- pensé que ya no habían pues había escuchado el rumor de que ya no habían -dijo sorprendido-.
- Je, pues quien lo haya dicho está equivocado, pues en la antigüedad se decía que solo habían dos frutas del diablo, tiempo después se fueron encontrando cada vez más y más hasta que comenzó a haber un rumor que decía que solo quedaban 7 frutas del diablo por el hecho de que ya no querían que se encontrarán más pues estas hacen que las personas obtengan poder, un poder sobre humano -dijo con tono misterioso-.
- Una pregunta, ¿usted es un viajero? -preguntó curioso-.
- Sí, yo eh viajado por muchas islas y en una de esas es que encontré esta fruta del diablo -dijo orgulloso-.
- Vaya~ -dijo impresionado-.

El hombre al ver que Takemichi estaba muy interesado en la fruta decidió darse la como paga por el postre que le sirvió.

- Lamentablemente no tengo el efectivo suficiente para pagarte este delicioso postre, pero puedo darte la fruta del diablo -dijo indiferente-.
- P-pero, señor esas frutas son invaluables por lo poderosas que son -dijo nervioso-.
- Muchacho, tómala, se puede ver que te interesa tener la, además a mí no me engañas, tú sufres abuso por parte de alguien -dijo serio- ¿quién es? ¿Tu jefe? -preguntó intrigado-.
- No... no es mi jefe... es mi... mi esposo -dijo entristecido-.
- Mira muchacho está fruta del diablo tiene el poder de hacer que aquel que la coma pueda dominar el espacio y tiempo, si la comes seguro que podrás remediar tu relación o incluso encontrar a alguien mejor -dijo con una ligera sonrisa-.

Takemichi lo pensó por un momento hasta que decidió que si se comería esa fruta del diablo para poder salvar su relación con Manjiro.

Mi verdadera aventura comienzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora