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-¿Tengo que hacer todo esto?

-Si querés bajar de peso, si, si no, quedate acostado todo lo que quieras.-Cristian comenzó a estirar, al mismo tiempo que Paulo, que comenzó a quejarse ruidosamente. Gritaba, llamando la atención de algunos que estaban jugando ahí.

-Te dije que es mala idea venir a entrenar mientras ellos entrenan.

-Ellos siempre entrenan cuando yo lo hago, jamás me han dicho nada, tal vez saben respetar.

-Tal vez han visto tremendo bulto que tenés ahí.

-¿Podés dejar de hacer chistes sobre eso? Ya tuve mucho con lo de la mañana.

Paulo torció sus ojos mientras alcanzaba la punta de sus pies, y volteó a ver al mayor.

-¿Mañana puedo volver a hacerlos?

-Sí, pero sabés que solo tenés límite para tres.

-¡No es justo! Tengo límite para cinco.

-Ésta semana no.

Volvió a torcer sus ojos mientras repetía lo que hacía Cristian, moviéndose muy rápido.

-¿Te enojaste por mi propuesta?

No recibió respuesta porque el mayor comenzó a trotar, dejando atrás al menor, que hizo un puchero y comenzó a trotar a su velocidad.

-¿No era ejercicio lo que estábamos haciendo?

-Era estiramiento, ¿Alguna vez haz hecho ejercicio?- asintió y miró a su mejor amigo con ojos curiosos, haciéndolo alzar la ceja y hacer una mueca.-¿Entonces por qué preguntás?

-¿Cuál es la diferencia?

Cristian tenía un humor de perros desde que el menor le preguntó si podían tener sexo, no era la petición, porque si fuera por él con gusto lo haría, estar con el chico que más amaba desde hace años, lo que le molestó fue el propósito. ¿Bajar de peso solo para que Lisandro se fijara en él, cuando ya lo ha rechazado indirectamente? Paulo era terco y si quería lo conseguía, aunque sus métodos no eran siempre los correctos, mostrándolo con la petición.

Discretamente volteó a ver al menor, que estaba trotando con dificultad mientras intentaba cantar una canción de moda. No lo quería hacer hablar, porque tal vez así se iba a cansar más rápido, pero quería romper ese silencio tan incómodo que se formó después de la pregunta, o el silencio que se formó desde la mañana.

A Cristian realmente le gustaba Paulo como era, con todo y kilos, rollitos, y esas mejillas que siempre amaba besar y estrujar. Le gustaba más allá de su cuerpo, porque era una persona tan linda y gentil. Cuando reprobó año y tuvo que repetirlo, Paulo fue el único que se le acercó para poder entablar una conversación.

Al final resultó que Cristian espantaba a todos por su apariencia y Paulo era amigo de todos, así que cuando el pequeño se le acercó al pelinegro para preguntarle si era nuevo, todo el salón se asustó porque pensó que el mayor lo sujetaría del cuello, lo lanzaría por la ventana y amenazaría a todos de que no se le acercaran, al final todo acabó en una amistan inseparable. Con el menor enseñándole a hacer amigos y ser algo 'social', y el mayor enseñándole trucos con la patineta, trucos que, todavía le faltaban aprender por completo. Esos raspones en su rodilla confirmaban eso, pero había gente que malpensaba mucho.

Cuando un chico se acercó para hacerle una broma sobre sus rodillas a Paulo terminó siendo amenazando por Cristian, que comenzó a decir que si volvían a hacer estúpidas bromas él mismo los iba a matar con sus manos. Tal vez no fue lo correcto porque comenzaron los rumores de que ellos dos eran pareja.

Los rumores no molestaban a Cristian, porque era una de sus mayores fantasías, pero sabía que no tenía que darlo por sentado sabiendo que en verdad al menor le incomodaba mucho esas palabras, así que en todas las oportunidades tenían que negarlo.

-¿Recordás esa vez que lo vi? ¡Me quería morir de la vergüenza! Aunque si...

-Ya te dije que no lo vamos a hacer de esa manera, haremos ejercicio como personas normales y te sacaré una cita con mi nutrióloga.

-¡Pero es que leí que esa opción en una página! La información era 100% verídica y volví a checarlo en otras páginas, es verdad.

-Claro, se lo pregunto a la doctora Sabatini y si dice que si, bajaremos de peso de esa manera.-Supo que hizo una apuesta a ciegas cuando vio los ojitos verdes de Paulo achicarse con su sonrisa, y el pelinegro dejó de fruncir su ceño.

-Iré comprando los preservativos, porque sé que digo la verdad.

-No estoy tan seguro de eso, no creas en todo lo que diga internet.


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-Es cierto, no es un secreto que el sexo es bueno para la salud, pero en general ayuda a bajar 69 calorías a las mujeres y 101 a los hombres, ¿Por qué preguntan eso? ¿Ya lo harás tan rápido, Cristian?

-¡No! Es solo que, el otro día Pau me dijo eso y no pensé que fuera cierto.

La doctora ve a los dos menores, el mayor con un gran sonrojo que parecía una cereza, y el menor con una sonrisa que por nada del mundo se borraría. Ya sabía que esa era noche de sexo.

Alzó sus cejas mientras cerraba sus ojos, y alzó una sonrisa incómoda viendo a ambos chicos.

-Ya sé que tendrán sexo, Cristian, los preservativos están saliendo de la mochila del señorito Dybala y tú estás más nervioso que cuando me enteré que rompiste mi collar de perlas.

-¿Los preservativos? ¡¿Los compraste?!

-¡Ya sabes que soy un chico preparado!

-¡Pero no acepté eso!

Paulo volvió a torcer sus ojos, cruzó sus brazos, y se volteó a donde no estaba Cristian, ignorándolo enfrente de la señorita Sabatini, que los miraba cansada.

- Solo tengan intimidad ya, aparte de ayudar a dormir ayuda a aliviar estrés y eliminar piedras del riñón.

-¡¿Y por qué hasta ahora las piedras en el riñón?!

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𝗱𝗶𝗲𝘁 𝗼𝗳 𝘀𝗲𝘅 ━━ cuti x paulo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora