Capítulo 5

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—Hey. —digo cuando la veo ahí parada.

—Hola... Yo... Es que dejaste tu prescripción y seguro te debe doler.

No puedo evitar sonreír al verla allí de pie, con mi prescripción en sus manos.

— ¿Cómo me encontraste? —pregunto, tratando de ser más cuidadosa y no dejarme dominar por lo linda que es.

—Fui a tu trabajo en el café y ellos me la dieron... Claro, dije que era doctora y que necesitabas tus medicamentos por tu bienestar. —sonríe al justificarse.

—Pasa. —finalmente le digo.

—No, yo... Solo vine a dejar la medicina.

— ¿No quieres cenar? Estábamos por comprar algo.

—No quiero molestar.

—No es molestia —Amber se acerca a Holly, haciéndola ingresar —. Eres bienvenida —ambas pasan a mi lado y escucho a Amber susurrarme —. "Sexy doctora".

Niego con la cabeza.

— ¿Qué prefieren? ¿China, vietnamita, italiana, mexicana, hindú? —comienzo a decir, mirando los menús en el refrigerador.

—Tú escoge.

— ¿Qué te parece el sushi?

—Perfecto.

—Dios, qué despistada soy, debo volver al bufete a revisar un caso que olvidé. —anuncia Amber de repente con complicidad en sus ojos.

La miro incrédula, va a dejarme sola.

—Doctora. —se despide.

Observo por donde Amber sale, traicionándome por completo. Me giro para enfrentarme a Holly, que aún está parada en medio de la estancia.

—Bueno, entonces sushi. —comento, nerviosa.

— ¿Sabes?, creo que es mala idea. Me iré.

—No, no, quédate... Solo fue algo inesperado que Amber se fuera. Juro que no es así.

—Siento que me estoy entrometiendo en tu vida y tú..., bueno, no me has dado permiso.

—Todo está bien. ¿Por qué no te sientas y yo ordeno sushi?

Ella camina hasta el pequeño sofá y toma asiento. La veo pasar sus manos nerviosamente por sus piernas. Ordeno suficiente para ambas. Saco la caja de vino y sirvo dos copas. Seguramente el vino de caja no sea tan bueno para ella, pero no tengo más.

—No debes ingerir alcohol —es lo primero que me dice cuando me ve con la caja —. Es contra indicado por tu medicamento.

—Oh, vamos.

Ella se levanta y toma las copas de mis manos.

— ¿Cómo... cómo te sientes?

—Estoy bien, gracias a ti. —le sonrío para ir nuevamente a la cocina a buscar otra bebida.

—Escucha, lo siento —comienza —. Yo me entrometí en tu vida y arruiné las cosas. Prometo que hablaré con el chico y le diré que me emocioné y quise presumir ser tu novia.

—Bueno, a no ser que llames a mi madre y todo el pueblo para aclararlo.

—Oh, Jesús. Lo siento tanto —se lamenta, llevando sus manos a su rostro —. Déjame arreglarlo.

—No te preocupes, iré allá y trataré de calmar todo o no iré. —le tranquilizo, levantando los hombros.

—Debería ir yo... —me muerdo el labio, pensando en la última opción que hay; estoy por darle mi otra idea cuando la puerta suena —. Debe ser la comida.

A Christmas GiftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora