I spy with my little eye...

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- Mnnh, que pereza despertar, pero seguro que el viejo quiere llevarme a otro lado hoy, pero- aaagh. - El de ojos turquesa se levantó de su cama con cero deseo de salir de ella, pero tenía que hacerlo en caso de que su compañero lo invitase a recorrer lugares de Liyue. Fue al baño con pesadez para tomar un baño, terminar de vestirse y demás.

Salió del baño luciendo limpio y brillante, pero con una cara de sueño incomparable. Espero una hora para ver si recibía alguna señal de su amigo de querer llegar, pero nada, así que se quitó los zapatos y cuando estaba a punto de envolverse con las sábanas en la cama escuchó como tocaban la puerta, dejó salir un quejido poco audible y volvió a colocarse los zapatos, en eso escuchó como tocaban la puerta de nuevo, esta vez con más fuerza.

- ¡Ya voy! Iiish, que poca paciencia. Así mejor ni contesto. - El bardo abrió la puerta para ver a su amigo arconte, con una cara de pocos amigos le preguntó a qué venía.

- ¿Perdón? Si lo recuerdas no te traje para que estés dormido todo el día, y no te queda de otra enanito. - El más alto sonreía y hablaba con expresión de exigente y presumido, mientras el contrario lo miraba con una expresión tan ofendida como lo estaba él.

- ¿Sabes qué? Mejor sí me duermo, no voy a estar de perrito faldero atrás de ti ¡ni en tu nación maldito viejo! - El bardo casi le da un portazo en la cara, pero el más alto la detuvo ágilmente con la palma de su mano, así recibiendo la mirada irritada del contrario, bufó y salió corriendo al balcón, sabiendo que el otro arconte no podía correr tan rápido como él. Tenía el plan de sacar por unos momentos sus alas de su forma de arconte, pero llamaría la atención y la verdad quería mantener un perfil bajo, entonces se quejó ruidosamente y esperó a que su compañero se acercase primero a él.

- Eres un idiota viejo. Puedo irme volando si quiero, si no recuerdas vengo de la nación de la libertad. - El pequeño arconte miró al más alto con una mirada de arrogancia, algo no muy común en él, ya que era un ser pacífico y realmente tranquilo no era costumbre verlo de esta manera, tan competitivo...

- Eres muy grosero para ser tan pequeño y elegante. - El mayor le dedicó una sonrisa ladina, mientras el otro intentaba no arrancarle la coleta que llevaba del enojo.

- ¡Bueno ya! ¿Ahora a dónde me vas a arrastrar? Maldito. -

...

Los dos arcontes se encontraban en una de las muchas montañas que había en esa nación, viendo el cielo, las nubes, los pájaros que se posaban en las ramas de los árboles y la flora.

-—¿De verdad solo me trajiste aquí para admirar la vista? Reconozco que es linda, pero simplemente no le veo razón a tanta pelea sólo para que intentes que me de envidia el lugar– El arconte más bajo mencionó, mientras olía unas flores qingxin.

—Realmente no es por eso, sólo quería hacerte una pregunta. Tú...¿ya conocías a Xiao?– El más alto preguntó finalmente, dedicándole una mirada serena pero curiosa al bardo, quien suspiró y comenzó a hablar.

—Si te soy sincero, tengo la sensación de que efectivamente ya lo conocía, pero no puedo recordar dónde, cómo o desde cuándo. Él parece reconocerme, pero por más que yo intente no logro recordar si lo conocía antes o es sólo una clase de deja vu– El ojiturquesa parecía dudoso con su respuesta, ya que la evidente falta de información y poca cooperación de su memoria le dificultaba descifrar el por qué de su actitud. Su compañero parecía notar la decepción en los ojos de su amigo, colocó su mano en el hombro del otro arconte, tratando de consolarlo y hacerle saber que estaba ahí para él.

Como respuesta recibió una débil sonrisa, repentinamente, se escuchó algo parecido al llamado o al canto de un ave, se escuchaba un poco extraño. El arconte de Mondstadt parecía más intrigado que el ojidorado, no reconocía ese canto por más que lo intentara. Al mirar rápidamente a todas las direcciones, el ojiturquesa notó a una ráfaga de viento que llevaba partículas más oscuras que el viento normal en ella, pudo notar una lanza sobresalir de aquella ráfaga, en un instante, la ventisca desapareció y logro distinguir que quien portaba aquella lanza era el adeptus que llevaba el protagonismo de sus dudas e incertidumbre.
Unos momentos después, se pudo ver como el adeptus lo miraba fijamente a él. ¿Pero qué quería exactamente? Era difícil saberlo, ya que al estar tan lejos la expresión de su cara no era tan clara.

—Nos, no, me está mirando, está en aquella montaña de allá– El pequeño arconte mencionó con la voz temblorosa, encogiéndose para consolarse a si mismo, intentando ignorar el hecho de que tal vez su pasado lo estuviera persiguiendo y él ni si quiera sabía por qué. Estaba teniendo un ataque de ansiedad, arañándose los brazos por encima de la tela que los cubría, el ojidorado sin saber qué hacer acariciaba con ternura su cabello, se puso de pie y trató de identificar desde qué montaña lo estava vigilando, cantó.

—Espío con mi pequeño ojo, a un entrometido– El arconte con rapidez tomó su forma de dragón para llegar al adeptus, quien lo miraba avergonzado y con angustia.
—Cruzaste un límite Xiao, ¿no te das cuenta que el pobrecillo está sufriendo tanto? Haces mal, explícame la razón por la que insistes tanto en seguirlo, ayer te vi saltar de techo en techo buscándo a dónde nos íbamos– El arconte miraba con gran exigencia e indiferencia al chico más bajo, quien solo lograba tartamudear al no encontrar las palabras correctas para expresarse.

—Él me salvó hace mucho tiempo de ser consumido por mi karma, no era mi intención hacerlo sentirse de esa manera, se lo juro, no sé dónde tenía metida la cabeza, pero él ni si quiera me recuerda ¿cierto? Únicamente quería cerciorarme de ello–
El adeptus no lograba mirar al arconte a los ojos, sintiendo pesadez de sus palabras, el arconte suspiró y dirigió al chico de ojos color ámbar con el bardo que ahora parecía más tranquilo, pero al notar la tercera presencia y quién era sus ojos se abrieron y en un intento de hacerme más atrás tropezó con una roca.

—¡No, oye uno no trae al acosador de uno con el acosado, llévatelo!– El ojiturquesa alardeaba, al mirar la reacción de este el ojiambar se entristeció, ocultando sus emociones con una expresión firme.
—Barbatos, cálmate, viene a pedirte perdón– El más alto le dio un suave empujón para que comenzara a hablar, obedeció.
—Uh, por favor discúlpame, es que, sé que no es excusa, pero tengo el recuerdo de que tú...me salvaste de morir hace tiempo. Quería investigar si lo recordabas también, pero veo que no– El chico de baja estatura se arrodilló ante el arconte que mantenía las manos firmes y con una expresión entre miedo y aceptación, poco a poco dejó de temblar, y ahora corregía su postura, acercándose un poco al adeptus.
—Es verdad, lo lamento, no recuerdo haberte salvado, no me imagino algun escenario con estas características pero...acepto tu disculpa, exageré mucho, y sé que no debí hacerlo pero– Fue interrumpido por la corta distancia que ahora los separaba, se miraban fijamente a los ojos, suavizándo su mirada ambos se quedaron en silencio por unos momentos, hasta que el ojiambar ayudó al bardo a ponerse de pie, su cabello se encontraba algo desordenado y tenía los ojos rojos e hinchados.

—Te prometo que me disculparé hasta el último de mis días por haberte hecho pasar por algo como lo que hice, perdón–

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HOLAAA reviví esta historia con un capítulo largo pq se lo merecen diablitos, prometo que lucharé por escribir más

-su servidor, renato ^^

star eyes; xiaoven.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora