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Iban de regreso a la playa, luego de esa pequeña masacre pensaban entrar por el sótano para que nadie se diera cuenta del bebé.
Las cartas que robaban los traidores no eran malas pero tampoco buenas, se irían a la reserva, mientras tanto la mujer hacia una lista mental de todo lo que debía de reabastecer en cuanto a las armas, revisar algunos expedientes de personas que llegaron recién y todo lo que tenga que ver con la bebé.
Si bien sería difícil ocultarla, nadie entraba a su "oficina" ni sabían dónde estaba y si alguien lo hacía seria silenciado por los dos chicos a su lado.
En algún punto del viaje se puso a pensar en como estaba hace unos años y como conoció a esos chicos que ahora son como sus hermanos menores. Estaba feliz (muy dentro de si) agradecía a los chicos y a quien sea por dejar a esa criatura ahí, suena enfermo pero prometía cuidar bien del niño.
—¿Te has puesto a pensar que pasará en los juegos?
Lo había hecho, pero para eso necesitaba mucha ayuda y quién mejor que alguien de los altos mandos.
—Alguien me debe algunos favores así que yo me encargo de eso
Era normal que los altos mando llegaran a por su ayuda, nunca supo sacarle provecho pues no lo necesitaba, sin embargo, ahora lo necesitaría.
—Cuando estaban con esos tipos el bebe no lloro—las palabras de Samura los hizo detenerse un momento
—¿Qué dijiste?
No lloraba.
Tal vez sea mudo o sordo, eso hacia las cosas un poco mas fáciles.
Estaban por llegar a la parte trasera del edificio así que con mucha agilidad Samura escondió al bebé entre sus ropas y se adentraron al lugar.
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