Siete

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— Yoon — YeRim llamó mientras se colocaba su abrigo—. Vuelvo antes de navidad, estaré por lo menos tres días en Daegu.

El omega asintió. Su madre se acercó y dejó un beso en su mejilla.

— Cuídate mucho, come las tres comidas, abrígate muy bien y por favor avísame cada vez que vuelvas a casa después del trabajo.

— Sí, mamá. Lo entiendo —abrazó con fuerza a la mujer, suspirando suave por el aroma a rosas de esta.

— Eso espero, YoonGi. Y nada de meter alfas a la casa — YeRim lo miró con los ojos entrecerrados.

— Mamá, no soy un niño — el omega se cruzó de brazos.

— ¿Estás diciendo que si traerás alfas?

YoonGi quería reír por la mueca indignada de su madre.

— Ma, no traeré a nadie, ve tranquila.

YeRim asintió, sonriendo divertida por el suave color rojizo que se posó en las mejillas del omega.

— Bien, te amo — sin más la mujer se marchó.

Su día continuó con total normalidad. Su madre se había marchado a Daegu para terminar con los trámites del divorcio de su padre, y ciertamente, a YoonGi le preocupaba un poco que la mujer fuese sola, pues conocía como era su padre. Pero, a pesar de todo, sabe lo fuerte que es ella.

Luego de terminar su jornada de trabajo, regresó caminando a su casa, pues, por alguna razón desconocida JiMin no estuvo esta vez esperando en la puerta del restaurante.

La soledad de su casa lo invadió tras la ausencia de su madre, nunca le gustó estar lejos de la mujer, ella es su único pilar y alejarse resultaba un poco sofocante.

Camino hasta la sala tomando asiento en uno de los sillones. Su vista cayó sobre el mueble a un costado de la habitación, y después sobre aquella urna que descansa sobre este.

Sonrió pequeño al ver la foto a un lado de esta, lo extrañaba.

— Estamos tan solos sin ti — murmuró.

Sus ojos picaron por las lágrimas que comenzaban a acumularse, sin embargo, se negó a derramarlas.

A él no le gustaría verlo llorar más.

Suspiró y luego se dirigió a su habitación para tomar su toalla y darse una merecida ducha.

Aunque, sus pasos se detuvieron, pues su celular sonó.

— Hola, mamá— habló tras contestar.

¿Ya comiste?

Sí, antes de volver a casa cené con los chicos en el restaurante.

Bien, cachorro. No te duermas muy tarde, te amo.

Yo también te amo.

Sin más, la llamada fue terminada.

Volvió a tomar sus cosas dirigiéndose de nuevo al baño.
Disfrutó del agua caliente sobre su cuerpo y el sentimiento de frescura y limpieza.

Un rato después regresó a su habitación envuelto en una toalla, y comenzó a buscar algo acogedor en su armario.

Estaba colocándose una gran sudadera cuando su celular volvió a sonar.

Tomó el aparato con un poco de duda, pues ya era bastante tarde para recibir llamadas.

Su ceño se frunció al ver el nombre del remitente.

— ¿Hola? — se sentó sobre su cama, observando fijamente el suelo.

El combo completo lo ganó Min YoonGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora