MÓNICA EN MULTIMEDIA
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02:30 a.m.
Y Morfeo se había olvidado de traerle el sueño a él. Por horas había dado mil vueltas en la cama, sin conseguir conciliar el sueño. Ahora se había resignado a que pasaría una larga noche en vela.
La noticia de Mónica lo había conmocionado. Aunque él ya lo sospechara después de hablar con el capitán. Pero nada en el mundo lo había preparado para escucharlo de sus labios. Para oírla decir con voz débil que ella era mexicana y había llegado solita hasta LA sin ayuda. Oír eso, y más el saber que lo hizo con esas heridas en las piernas, prácticamente sin dinero y muerta de hambre y sed... era sobrecogedor.
Pero ahora era puro orgullo lo que lo inundaba. Al comienzo, si había sentido rabia. Porque ella le tuviese tan poca confianza a pesar de lo que él había hecho por ella, para no ser capaz de decirle la verdad. Pero al recordar que él tampoco era un santo y tenía sus secretos, como la historia de su pequeño Noah – al que por cierto no había visitado desde su llegada a NY – y que además ella calló por miedo a ser llevada presa; la ira se le fue. Justo en ese momento se sentía orgulloso de ella y hasta autentico respeto lo invadía al considerar todo lo que tendría que sufrir en ese cruce de frontera, y que salió invicta. Mónica había tomado el control de su vida, se decidió a decir: ¡No más! Aunque le costara, y ahora eso había dado sus frutos. Dejándola desligada de su ex marido y dispuesta a guerrearla. Ahora solo quedaba el saber cómo ayudarla para que obtuviera esa completa libertad. Para que Adolfo no le hiciera daño, y la policía no la deportara a México. O aun peor, la metieran presa, creyéndola traficante de droga o terrorista, por como entró de manera ilegal. A ellos no les importaban las razones por las que se vio forzada a hacerlo. Era una criminal, había roto las leyes, y punto. Estaba en la lista negra. Su Moni podría estar incluso ahora delante de ellos, con su ex marido apuntándole a la cabeza con un arma, y les valdría un rábano.
Por eso él quería hacer lo posible para que estuviera a salvo. Y ya se le había ocurrido el primer plan para ello, cuando hablaban en la sala. Pero tan descabellado, que ni se planteó decírselo hasta que por lo menos lo discutiera primero con su abogado. Porque esa idea que le rondaba la cabeza y que la dejaría libre y con una visa americana en mano, podría poner la vida de los dos, patas para arriba.
Dio otra vuelta en la cama hasta quedar bocarriba, con las mantas subidas casi hasta el pecho. Y cuando por casualidad miró a la puerta corrediza del cuarto, tuvo un sobresalto. Junto al marco de la misma, había una figura de pie, aunque muy menuda para ser la de un fantasma. Se sentó de golpe y encendió la lamparita de la mesa de noche. No era un espíritu.
Mónica.
De pie, con las manos al frente, rastrillando su pie descalzo contra el suelo de mármol, usando una pijama corta y de tirantes con un suéter encima... los cabellos ondulados sueltos entre la espalda y el pecho.
— ¿Monita?—la llamó por el apodo que le pusiera hace unas horas.
En efecto no por sus cabellos, ya que no eran rubios sino color chocolate. Sí por la nueva personalidad que ella estaba abriendo al mundo. Loquita y a veces terca.
—No... era mi intención despertarte.
Bostezó.
—No lo hiciste. No dormía—la escaneó de arriba abajo— ¿te sientes bien?
—Yo... tampoco podía dormir. El cuarto era un poco oscuro, y mi cabeza no se está quieta.
—Entonces ven aquí—palmeó el colchón.
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SUITE 405 (COMPLETA)
Romance¿A qué estarías dispuesta por salvar tu vida? ¿Perderte lejos donde nadie te conozca? ¿Pagar el precio que sea? O ir contra la ley, fiándote de un coyote que te ayude a cruzar la frontera de México a Estados Unidos, sabiendo como podrías acabar de s...