✿̶̥̥PRÓLOGO✿̶̥̥

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—Hija, sé que el dolor que ahora sientes es inmenso, pero no quiero que te enfermes, es mejor llorar que retener todo el dolor adentro. —La mujer de cabellos castaños abrazaba a su hija tratando de estar para ella ahora que la necesitaba.

El día anterior por la noche había salido desesperada de Estados Unidos cuando su hija le llamó y dijo que había dado a luz a un varón, pero que había nacido muerto.

Pensó que eso era reciente y que podría ver a su nieto aunque sea sin vida, pero fue todo lo contrario cuando esta dijo que había dado a luz hace cuatro días, y que no le había avisado de nada para no preocuparla, ya que sabía que su madre tenía un problema de corazón y que estaba en Estados Unidos por un médico muy bueno que la estaba ayudando, por lo que prefirió mantener todo oculto para no hacer un escándalo y que su madre pudiera terminar el tratamientos con éxito y sin ninguna interrupción que lo hiciera fracasar.

—Suzette, ¿cómo era mi nieto? —la mujer se separó del abrazo y miró a su hija que tenía un rostro serio.

Suzette se tragó sus palabras.

—Dime, ¿era tan hermoso como tú? —acarició sus mejillas.

—Yo no lo quise ver. —Contestó bajando la mirada.

—...Entiendo. —Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Realmente hubiese querido ver a su nieto…

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—Yi Qiang. —la voz gruesa de la mujer llegó a su oídos.

Quiso contestar, pero se encontraba jadeante por el recién entrenamiento que le había dejado muchas heridas y que le había robado su poca energía.

—Tus cartas han llegado. 

Por un momento, sintió su pequeño corazón saltar como loco y la energía perdida y con la que ni siquiera contaba llenarlo.

—¿En serio? —se levantó con una radiante sonrisa, a lo que la mujer asintió con seriedad.

—También enviaron esto —miró a uno de los hombres que estaban detrás suyo, a lo que este asintió y alcanzó un transportín.

Por un momento se sintió un poco confundido y mal al pensar que era otra prueba y que no podría descansar otra vez hasta tarde, pero la mujer puso el transportín en el suelo y lo abrió, dejando salir a un hermoso cachorro de raza Labrador Retriever, el cual corrió hacia él sin dejar de mover su cola y ladrar con alegría al ver a su ahora dueño.

Yi Qiang no correspondió, pues aún estaba indeciso sobre lo que su pequeña cabeza pensaba.

Él no podía reaccionar como un niño normal que recibía un cachorro lo haría, él tenía que pensar con detenimiento lo que debía de hacer, tenía que analizar la felicidad que para él era peligrosa.

—Ahora es su cachorro, debe cuidarlo muy bien porque sus madres personalmente lo eligieron para usted.

—...¿D-de verdad? —sus ojos brillaron cual estrellas.

—Sí, te doy mi palabra.

No tenía que llorar aunque tuviera lágrimas por salir.

Pero es que eso era tan inexplicablemente feliz para él, sus madres las cuales jamás había visto le habían enviado tan hermoso regalo, ¿cómo no estar feliz al punto de querer llorar?

El Príncipe Y La Rosa Dispuesta ⁺²¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora