Capítulo 39. |Obsesión peligrosa.

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Aaron.

Kelly se paseaba de un lado a otro intentando seducirme con su vestido negro que con trabajo le cubre las partes íntimas. Su mirada era de una completa psicópata que no había sido saciada su hambre de carne humana.

Estaba obsesionada conmigo, pero era una obsesión enferma, de esas que te mandan al psiquiátrico, a la cárcel o a la tumba, y tenía entendido que ella merecía la última porque ser la cómplice de Rick no asegura su vida por mucho tiempo.

La cabeza me duele e intento llevar mi mano hasta allí donde me golpeó la perra maldita pero siento mis brazos sujetos con algo que no me deja moverlos. Miro hacia abajo y una cuerda gorda me rodea el cuerpo y me aprisiona los brazos y las manos a mi espalda.

—Perdón si te lastiman las cuerdas, es que eres un hombre fuerte, debía tomar las precauciones necesarias.—Dice la muy zorra.

El dolor era insoportable y sentía que podía desmayarme otra vez en cualquier momento.

—¿Dónde está Rick?—Pregunto al no ver su cuerpo muerto a mi lado.

—Se fue.—Responde ella cruzándose de brazos.

La miro con el odio más potente que se pueda sentir por alguien.

—¿Cómo que se fue? Yo le disparé.

Ella niega y suelta una sonrisa perturbadora.

—Creíste haberlo echo pero te golpeé y él pudo esquivar la bala.

Se me nublan los sentidos y empiezo a llenarme de ira al instante.

—Tú eres su cómplice.—Gruño enfurecido.—Como pudiste después de que te salvé que no te fueras a la cárcel junto con Miller.

Sus zapatos hacen resonar el suelo de madera y ella cree que me intimida con aquel cuchillo filoso que tiene entre sus manos. Kelly es una enferma mental, y es lamentable que haya caído en esta, porque no voy a tener compasión cuando me suelte de estas cuerdas y le retuerza el cuello con mis propias manos.

—Me cansé Aaron, me cansé de tus rechazos, de que siempre alardearas de Leah. Me harté de eso y no me quedó de otra que aliarme con Samuel para hacerte ver que no soy ninguna idiota.

—Idiota no eres, lo que eres es una enferma mental que necesita ayuda urgentemente.

Ella se ríe.

—Voy a ignorarte porque la verdad no pienso perder mucho tiempo contigo.—Dice y toma su celular.—Voy a hacerle una llamada a Leah para que sepa que tus horas están contadas.

Gruño por lo bajo e intento removerme en mi lugar. Ella da unos pasos hacia el salón y no puedo escuchar lo que le dice a Leah. Siento la navaja que siempre me acompaña en el bolsillo de mi pantalón e intento mover el pie para sacarla. Logro tomar la punta con uno de mis dedos y la oculto en mi espalda al momento que ella llega.

—Pobrecilla, está que se muere del miedo.—Dice y se ríe como una loca.—Es una lastima que Rick no pudo matarla la noche anterior, hubiera sido épico que ambos se reunieran en el infierno al mismo tiempo.

Muevo la navaja despacio arriba y abajo en mi espalda intentando que ella no se de cuenta.

—Pensé que me querías vivo para sucumbir a tus necesidades asquerosas, pero me equivoqué, al parecer Rick te ha hecho cambiar de opinión, ¿no?—Le digo viendo un sostén que debe ser de ella colgando del escritorio. Ella se pone roja como un tomate.—Quien iba a pensar que serías amante de un prófugo de la justicia y mujer de un presidiario. Es un trágico historial, Kelly.

—¡Cállate!—Me grita nerviosa.—No sé de qué hablas.

Me río yo ahora y siento como las cuerdas empiezan a soltarse poco a poco.

Mi Liberación #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora