Tuvimos que acortar el viaje cuando los indicios de tormenta fueron más notorios. Volvimos con un poco de rapidez y llegamos justo a tiempo, al subir al auto ya era más fuerte la lluvia. Me negué a comer en la casa de Alexander y acepté la propuesta de Marcus sobre el restaurante.
El mismo estaba cerca de nuestra ubicación y por suerte era de fácil acceso. Ambos negamos comer adentro y fuimos afuera, estaba techado y era de vidrio por lo que podíamos ver la lluvia con bastante claridad y agradecía que la temperatura hubiera bajado por la lluvia. La mesa era pequeña y nos habíamos ubicado cerca de la pared que la misma estaba cubierta en su totalidad por una especie de planta que olía bien. Ambos habíamos pedido nuestros respectivos platos; él pasta y en mi caso mi anhelada lasaña.
—Estoy satisfecha —me apoyé en el respaldo de la silla.
—Puedo verlo —tomó su último bocado.
—Tienes buenos gustos en restaurantes, lo tendré en cuenta.
—Me alagas —tomó un sorbo de su bebida, simplemente había pedido agua.
—Siempre lo hago —le sonreí, él respondió.
Miré hacia afuera, sentía el olor a lluvia por todos lados, un olor sumamente adictivo. Cerré los ojos por algunos segundos, no había muchas personas, solo dos parejas más. La música sonaba y en su mayoría simplemente era instrumental, llenando el silencio. Pero cuando escuché a Sienna abrí los ojos de golpe.
No importa cuánto trabaje para borrar el dolor,
Persiste como una herida abierta.
Y aquí estoy de nuevo,
Intentando seguir adelante,
Pero la herida es demasiado dolorosa para evitarla.
Tararee la canción y Marcus me miró con precaución. Sonreí porque no haría ninguna locura, no me pondría a cantar o algo alocado. No podía seguir exponiéndome a situaciones donde pasará vergüenza.
—Puedes estar tranquilo, no pienso hacerte quedar mal.
—Simplemente, no quiero que pase lo de la última vez.
Hice una mueca ante aquel recuerdo, solo vienen flashback donde pasó vergüenza. No era una persona que aguantara tanto el alcohol, era sensible en ese aspecto, por eso evitarlo se convierte en mi mejor opción. Moví mi pie al ritmo del piano y volví a tararear, la canción combina perfectamente con mi estado de ánimo, me encontraba indecisa.
—Hice muchas cosas alocadas.
—No me hagas recordar.
—Lamento haberte invitado a bailar —traté de aguantar la risa—, el baile del robot no era una buena opción para ti.
—No suelo bailar —se encogió de hombros mientras jugaba con la copa, parecía nervioso.
—¡No puede ser! —casi grité y me tapé la boca al ver su expresión—, ¿hice algo estúpido?
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Solo quiero estar a tu lado
JugendliteraturNichole, una fisioterapeuta en busca de sanar sus propias heridas, desembarca en la encantadora Byron Bay. Su misión: cerrar cicatrices emocionales mientras ayuda a otros. Pero todo cambia cuando Marcus, un paciente rebelde, desafía sus límites. La...