Capítulo 12

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El anaranjado y la blanquinegra se dirigieron a una espaciosa estancia, con mullidos sillones y se acomodaron en ellos sin pensarlo dos veces.

-¿Que crees que pasé ahora?- preguntó la ojiazul rompiendo el silencio.

Gato no pudo contestar porque llegó una criada con los vasos y una jarra de leche.

Ambos los agradecieron y, tras tomar el primer trago, el atigrado respondió:

-Probablemente traten de mediar con España para llegar a un acuerdo pacifico. Hace muchísimos años que Muy, Muy Lejano no entra a una guerra tan grande, y España es un rival al cual temer.

-¿No se te hace raro ésto? Consideramos nuestra tierra natal como nuestra enemiga.

-Yo no considero a España mi enemiga. Mi madre y otras personas importantes para mi siguen viviendo allí. Para mi los enemigos son la realeza y la armada.

-Supongo que si- la gata no parecía muy feliz.

-¿Te pasa algo, mi amor? Entiendo si no te gusta esto, podemos irnos a una posada y después de enterarnos que decidan Artie y sus asesores, irnos de Muy, Muy Lejano- ofreció el de las botas a su novia.

-No es nada. Solo que...no me he acostumbrado todavía. Esta es una tierra extraña para mí, a pesar...

-¿Habías estado antes aquí?- Gato tenía esa idea en la cabeza desde que vió la mirada de reconocimiento en los ojos azules de su novia cuando llegaron, y el conocimiento que tenía del castillo.

-!Yo jamás...!

-Kitty, por favor, no me mientas. Recuerda que ahora confiamos completamente el uno en el otro. Tú no te cansas de repetirlo.

-Esta bien, es solo que yo...es un poco humillante para mí.

-Es lo justo, tú me has podido llamar Pepinillo.

-No es algo de lo que burlarse- al ver el dolor en la expresión de Kitty, el anaranjado se dió cuenta de que hablaba en serio.

La tomó de la pata, y le acarició el rostro.

-Cuentame lo que sea, no me burlaré.

-Haber...hace dos o tres años, unos pocos días después de que nos separamos un contacto me habló de un tesoro escondido en este castillo, y como yo no tenía nada que hacer, vine aquí. Iba a haber una fiesta, el momento perfecto para robar. Use la fiesta como excusa para entrar, pero cuando ya me iba, te escuché.

Gato sintió que se le paraba el corazón.

-Me acerque, y llegamos a bailar un momento. Tú no me reconociste porque me había pintado toda de negro, y no nos llegamos a ver a la cara. Yo todavía estaba triste por nuestra boda frustrada, pero tú...eras el alma de la fiesta- la felina no pudo evitarlo y empezó a sollozar mientras se tomaba otro trago de leche.

-No pude soportarlo...y me fui a México esa misma noche.

Gato no sabía que hacer, sabía cómo lidiar a una Kitty furioso y con ganas de matarlo, pero verla tan vulnerable (y por su culpa) le partía el corazón.

-Yo...lo siento tanto, debería...- pero no encontraba que decir.

-Olvidate de ésto- le dijo la bicolor, fría de repente- no es más que una tontería.

-No, no es una tontería- aseguró Gato- yo te falle, una y mil veces, pero te aseguro que eso no volverá a pasar. Eres lo más importante para mí, Kitty, mi amor, mi reina. Juró que nunca volveré a ser tan estupido como para lastimarte.

Kitty sonrió involuntariamente.

-Yo también te quiero, Gato.

Se terminaron de tomar la leche en un agradable silencio que ninguno de los dos pensó en interrumpir.

Media hora después, llegó Perrito después de dar su recorrido por el castillo. Habló maravillas de una gata color chocolate llamada Sheila que preguntaba mucho por Gato y describió con infinitos detalles el comedor real.

-Y eso que nunca ha ido a La Alhambra- se rió indulgentemente el atigrado- se moriría si estuviera allí.

-¿Iremos algún día?

-Claro.

Oyeron a alguien que tocaba la puerta.

-Adelante- dijo la ojiazul.

Un criado entro, y tras hacerles una reverencia informó:

-Lord Shrek y la princesa Fiona han llegado con su familia.

Gato dió un salto y se puso inmediatamente de pie.

-¿Donde estan? ¿En el patio con la Dragona?

-Si, señor Botas.

-¡Vamos!- urgió a su amigo y a su amada.

Salieron con rapidez al patio, ya que todos conocían perfectamente el camino.

Vieron a dos ogros (sin sus bebés) y un burro bajarse de la Dragona. A su lado revoloteaban unos híbridos de dragón y burro.

-¡Gato con Botas!- exclamó el ogro- ¡creí que no te iba volver a ver nunca!- ayudó a su esposa, quien sonreía amablemente, a bajar.

-Yo también lo creí por un tiempo, jefe, que el destino me trajo aquí.

-¡Que chido!- burro hizo su clásico aporte- ¿Y quiénes son los que te acompañan?

-Que descortés soy- se disculpó Gato- permítanme presentarles a mi amada novia Kitty y mi amigo Perrito.

-También soy su perro terapeuta- apuntó el can tímidamente- no tengo el título, pero...

-Shh, Perrito- trató de hacerlo callar la blanquinegra, pero las grandes orejas de burro ya habían escuchado todo.

-¡¿Perro terapeuta?! Ya vez, Shrek, el loco aquí no soy yo.

-¡Yo no estoy loco!- protestó el felino- y no recibo terapia.

-Ha si, pues parece que tú amigo dice lo contrario, es muy majo. ¿Te llamas Perro o Perrito?

-Bueno, todos mis amigos me dicen Perrito, pero a lo mejor me llamo Perro, ¿Y tú?

-Soy Burro pero no burro.

-¡Que chistoso!

Tal como había supuesto Gato, Burro y Perrito habían hecho migas inmediatamente.

-Es un gusto conocerte- le decían por otro lado la pareja de ogros a Kitty- debes tener carácter, siendo la novia de Gato- añadió Shrek.

La gata solo sonrió.

-Señores, por favor, el rey Arturo los necesita pronto- interrumpió un sirviente- dice que es un asunto serio.

-Dile a mi primo que vamos enseguida - tomó la palabra Fiona, y el grupo se dirigió al despacho del rey donde ya se habían reunido los asesores.

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Ok, se que esa aparición de Kitty no es canon, pero parece tan realista...

El Gato con Botas: La última vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora