Capítulo 243

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Me despierto con el sonido de la alarma taladrándome la cabeza. Anoche después de vomitar como una condenada me he jurado no volver a beber nunca más. Que puto agobio.

Busco una pastilla en mi bolso y me meto bajo el agua de la ducha arrastrando mi cuerpo como un alma en pena. Quisiera dormir la mona, pero hoy  empezamos a trabajar. Me visto rápido y cómoda, y paso a por un café antes de que nos recojan para ir al estudio. Mi estómago no podría soportar la ingesta de ningún tipo de alimento, pero me temo que sin cafeína no seré persona.

R: Vaya cara.

Saluda Rosa.

- Buenos días.

Contesto cordial pero escueta, evitando una conversación. No me apetece escuchar sus regaños si es que se ha enterado, ni ser yo misma la que confiese lo de anoche si es que no lo ha hecho.

R: El jet lag no te ha sentado bien.

Niego moviendo la cabeza. Su comentario confirma que no sabe nada, y es mucho mejor así.

La mañana se pasa rápida. Me esperaba un calvario y ha terminado por ser estupenda. Armando entiende perfectamente lo que quiero y juntos estamos haciendo un buen trabajo.

A: No pensaba que ibas a levantarte.

Antonio me saluda animado cuando salimos a comer.

- Soy una profesional.

Le miro con chulería.

A: Ya, así veo. ¿Qué tal la resaca?

- Fatal.

Confieso graciosa.

- No vuelvo a acercarme al alcohol hasta que me jubile.

A: Me suena a que ya te has hecho esa promesa.

Ríe. Y razón no le falta. Después de cada borrachera lo hago. Aunque no puedo contar muchas en mi vida.

- Ni confirmo ni desmiento.

Le hago reír.

A: Lo pillo.

- ¿Me pasas la sal?

Pido y le fulmino con la mirada cuando espera a que la coja de su mano.

- Déjala ahí.

Ordeno.

A: No me creo que seas supersticiosa.

Carcajea.

- Ni yo que pensaras pasármela directamente.

Le miro atónita mientras no para de reír.

A: Madre mía, que loca estas.

- Ya.

Le doy por perdido.

A: Oye, ¿cenamos esta noche?

Propone.

A: ¿Y te enseño un poco la ciudad?

- Suena tentador.

Admito.

- Pero lo vemos luego.

No me apetece confirmar. Estoy demasiado cansada y lo de irme a la cama tan pronto acabe la jornada laboral también me parece un planazo.

A: Chica ocupada.

- Más que ocupada, agotada.

Sonrío inocente.

A: Vale. Ya me dices.

Acepta.

A: Pero si me rechazas hoy, que sepas que lo intentaré mañana.

- Así que eres de los que no se rinden.

A: Eso jamás. Es de cobardes.

Me hace reír.

- Vale.

A: ¿Eso es un sí?

- Eso es un lo vemos luego.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora