CAPÍTULO DIEZ

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Despierto cuando el atardecer me baña con su luz que entra por las puertas del balcón medio abiertas. Antes de caer en el sueño más profundo que he tenido en mucho tiempo, me metí a bañar, quitándome la sangre seca y la suciedad del campo de batalla, después de eso no recuerdo nada más que haber llegado tambaleante a mi cama y perder el conocimiento sobre todo.


Bajo a cenar por educación, más que nada, porque no tengo nada de hambre. Al llegar al gran salón y pasar al comedor por el estrecho pasillo, dos criaturitas se abalanzan sobre mí, agito ligeramente mis alas para no perder el equilibrio. Hali y Leander. No entiendo como esos niños en tan solo dos días puedan quererme así. Entonces mi mente comienza a girar como una máquina, perdieron a su madre hace tres años, desde entonces no han tenido una autoridad femenina cariñosa a su alcance, llego yo y ven lo que les falta en mí, más Hali que es la pequeña, aunque Leander ya esté en la pre-adolescencia aún necesita a una madre, yo no voy a ser su madre, no puedo, pero si seré su amiga, y los dejare abrazarme y considerarme la hermana mayor. Le quitaré a Zeth su lugar y luego pondré a los niños en su contra, una risa malvada suena en mi cerebro, aunque yo sé que es una broma una pequeña parte de mi me recuerda mi sangre demoniaca.


-Ey- digo


-¡Estás bien! estaba preocupado por mi futura novia- dice Leander


-Ella no va a ser tu novia, nunca, yo también estaba muy preocupada por ti- contraataca Hali


-Claro que sí, algún día verá lo guapo he irresistible que soy y se dará cuenta que no puede vivir un solo día más sin mí- Sí que Zeth y el son hermanos. No puedo evitar soltar una risa ante ese cometario.


-Leander, contrólate- dice Zeth


-No puedes decirle nada Zeth, se parece demasiado a ti- le digo


-Ya me está defendiendo, puedo sentir su amor por mi creciendo- susurra Leander lo suficientemente fuerte como para que todos lo escucháramos, Zeth mira a su hermano de forma asesina, sigue enojado pero tiene que admitir que su hermano le acaba de ganar el combate. Alioth suelta una carcajada ante la patética discusión.


Zeth está colorado, voltea y nuestras miradas conectan, la suya se suaviza, se puede decir que es casi de arrepentimiento. Bien, por mí que se sienta mal por como me trató, en pocas palabras me llamó una más de sus sirvientes. Por mi se puede ir muy lejos y no regresar. Como si fuera tan sencillo, ¿Qué cree que con una mirada todo se soluciona? No soy una mujer complicada, si quiere que lo perdone me tendrá que regalar su biblioteca. Solo quiero oírlo de sus labios, quiero que la palabra "perdón" salga de ellos, pero como no creo que eso suceda, lo único que hago es entrecerrar los ojos, poner mi mejor cara de perra y romper el contacto visual.


Me hago la fuerte pero la verdad es que me molesta que me crea una más, alguien a quien le puede dar órdenes, bueno le tengo una noticia, se equivoca de persona, además de que extraño horrores a Ray, en estos cuatro años nunca hemos estado mucho tiempo separados, pero luego llega este imbécil a decirme puras idioteces.


Tengo que empezar a controlar mi vocabulario. ¡A quien engaño! Ni que fuera monja, soy una dividida, tengo derecho al libre albedrío así que ¡vale madres!

A prueba de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora