🥀CAPÍTULO DIECISÉIS🥀

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— Oh, Dios mío. No puedo más. Me duele todo, llevamos así horas. Necesito un descanso.

Candela jadeaba, absolutamente exhausta por todo el ejercicio físico que Günther la había hecho hacer cuando no estaba para nada acostumbrada a aquello.

Él, en cambio, lucía completamente relajado y estalló en carcajadas cuando ella empezó a quejarse.

Quiso pegarle, pero tenía las manos ocupadas asiendo cada roca con firmeza y no le apetecía nada soltarse. El riesgo de caer despeñada era demasiado alto y prefería seguir respirando.

Todavía no sabía cómo se había dejado convencer por él para hacer aquella locura.

¿Escalar? No, definitivamente aquello no era lo suyo.

Todo lo contrario que él, que parecía tan cómodo como pez en el agua.

— Vamos, no te quejes tanto y no gastes energía hablando, hay que mantener el oxígeno. Ya casi hemos llegado arriba — la instó, a pocos metros por encima de ella.

— Sí, señor — le sacó burla, sin importarle parecer infantil. Después de que la hubiera liado para aquello era su forma de desquitarse.

Sin embargo, pronto comprobó que tenía razón: era mejor no gastar energía. No tenía ni idea de a cuántos metros de altitud se encontraban, pero lo que sí sabía era que si miraba abajo le iba a dar un patatús.

No tenía vértigo, pero tampoco se encontraba cómoda con el alpinismo. Y aun así...no negaba que Günther tenía razón cuando, después de que ella le preguntara por qué le gustaba escalar, le dijera que se sentía en paz cuando lo hacía.

Al principio, el sábado por la noche mientras veían Netflix antes de dormir como todos los días, cuando le anunció que al día siguiente en cuanto saliera el sol saldrían de escalada pensó que estaba quedándose con ella. Porque era lo último que había esperado.

Pero no, iba completamente en serio. Y eso demostraba por milésima vez su teoría acerca de lo maravillosamente impredecible y desconcertante que era aquel hombre.

Lo cierto era que cada vez se sentía más cómoda compartiendo tiempo con él y, a juzgar por sus acciones, el sentimiento era mutuo.

Al final, él aparcó su animadversión por los medios y se habían dejado ver juntos tan a menudo como les fue posible.

La fecha de la fiesta del compromiso – de la que tanto la madre como la abuela de Günther se estaban encargando con verdadero entusiasmo – cada vez se acercaba más y con ella también el nerviosismo de Candela aumentaba.

Sin embargo, ya no le provocaba la misma sensación agridulce de antaño, sino que ahora lo que sentía era mariposas en el estómago.

Y es que para ella todo había cambiado y le aterraba confesárselo a Günther, pues no estaba segura de sus sentimientos al respecto.

En ocasiones, era verdaderamente difícil distinguir cuándo estaba siendo cortés y amable de cuando se dejaba llevar en serio por lo que le apetecía hacer.

Como besarla.

Y se habían besado a menudo.

Casi tanto como ella había tenido fantasías de que llegaban más lejos cuando estaba a solas en la intimidad.

Pero él había sido un caballero en todo momento, por mucho que a veces le hubiera parecido ver el deseo refulgiendo en sus pupilas cuando la miraba pensando que estaba distraída.

Abril le había aconsejado que se lanzara a la piscina y fuera a por todas.

Espéralo desnuda en la bañera una noche con una botella de champán y zanjad la tensión sexual de una vez, nena.

SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora