capítulo cinco

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Nos fuimos a lo que era mi habitación, sentándonos. Me solté el cabello, mirándome al espejo apoyando mis manos en mi cabeza, suspirando pensando, ¿qué íbamos a hacer, cómo habíamos llegado a este punto? Estaba bastante confundida. ¿Dos chicas? Habían demasiadas en Sooga, no sé como íbamos a hacer.

—No te tortures, tenemos tiempo, mañana en la mañana vamos con los chicos para poder analizar todos. —Volteé mirándolo, algo asustada. —Trata de relajarte, no llegamos a nada si seguimos así.

Lo miré a los ojos, se veían cansados y suplicantes, él había estado todo el tiempo tratando de calmarme que se me hacía injusto tenerlo moviendo de un lado a otro. Asentí, él me abrazó, y con eso, no fuimos a dormir.

A la mañana siguiente, me levanté perezosamente, rascando mis ojos, estaba hecha un desastre, seguramente estaba con ojeras y el cabello alborotado. Mi papá me dio los buenos días mientras leía el periódico con su taza de café

—Buenos días papá, ¿y Garu? —Pregunté, me acerqué a él dándole un beso en la cabeza. —Tengo que hablar con él.

—Está en la cocina tomando té.

Traté de sonreír, me levanté y me dirigí al baño para bañarme, al hacerlo, me lavé los dientes y me arreglé. Salí y vi a Garu sentando en la mesa, al verme sonrió y yo le devolví el gesto, se acercó a mi dándome un beso corto. Tomé la taza de té que me había preparado, sentándome en el sillón.

Bueno, sentía paz, un poco de tranquilidad bebiendo un poco. Cerré mis ojos relajándome, sonriendo.

—¡Familia, buenos días!

Solté la taza de té volteando al escuchar un estruendo, vi que era Abyo, Ching, RingRing, Dada, Stephanie y Gao. Bueno, mi paz había durado 3 preciados minutos, era un record teniendo a Abyo como mejor amigo.

—Que bulliciosos son tus amigos. —Mi padre se quejó bajando el periódico, mirándome con reproche. —Que pereza vivir con ellos, hija.

Entraron, y nisiquiera cerraron la puerta, tuve que yo ir a cerrarla, en el proceso saludé a RingRing quien me trajó unas pastillas para calmarme, Gao se sentó sonriendo tomando el periódico de mi papá, sonriendo saludándolo.

—Buenas tardes señor. —Saludó con su típica sonrisa. —¿Cómo durmió?

Mi papá lo miró mal, y se fue lazándole groserías, este solamente se encogió de hombros y siguió leyendo como si nada aprovechando que mi papá dejó el té ahí. Abyo sacó las galletas del refrigerador y se sentó a lado de él.

Me reí tapándome la boca al ver como había reaccionado Gao.

Dada se cruzó de brazos, negando, me miró a lo que yo me encogí de hombros, me paré a lado de él abrazándolo desde el pecho, y este correspondió.

—¿Desde cuándo eres tan cariñosa con Dada?

Miré a Stephanie frunciendo el ceño, ¿de dónde había salido ese comentario? Yo ladeé mi cabeza mirando a Dada y este también se había extrañado.

—Siempre, él es mi mejor amigo. —Del comentario que había lanzado, los dos nos soltamos involuntariamente por la reacción de nuestras respectivas pareja. —¿Por qué hiciste ese comentario?

—Garu, ¿tú estás de acuerdo con eso?

Garu enarcó una ceja, notablemente molesto, pero no se molestó en nisiquiera mirarla, estaba ocupado hablando con Ching sobre lo que había hablado con mi papá, le dio una sonrisa sarcástica.

—Disculpa, ¿he sido todo este tipo un perro con correa y recién me entero? No me jodas.

Todos nos quedamos fríos por lo que había dicho, inclusive Abyo, había dejado de comer galletas, se le cayó una de la boca, me acerqué a él molesta.

—No tienes porque hablarle así Garu, sólo fue una pregunta. —Le susurré, molesta. 

—Pregunta que no me gustó, cabe recalcar, lo que yo haga, y deje de hacer, es asunto mío.—Farfulló. —Como sea, vámonos.

Salimos de la casa, él miró de reojo a Stephanie, cerré la puerta con seguro y los miré.

—¿A dónde se supone que vamos? —Preguntó Dada, tenía más ojeras que yo. —Esta situación me está dando dolor de cabeza.

—A desayunar, tengo hambre. —Dijo Gao, sus ojos azules nos miraban inocentemente.  —¿Dije algo malo?

Todos lo miramos entrecerrando los ojos, excepto Stephanie, ella seguía sumida en sus pensamientos, no la quise molestar, seguramente estaba tratando de asimilar todavía la situación.

—En Sooga puedes comer, tenemos que ver las mujeres que están ahí, mi papá dijo que había visto a dos mujeres.

Rodó los ojos RingRing, por su comentario tan fuera de lugar se la notaba molesta, su cabello azul lacio lo tenía en una coleta.

—¿Y cómo explicas tu ropa en las bolsas?

Dijo Ching, sentada, ella tenía el cabello suelto, no había tenido tiempo de peinarse, se notaba, estaba claramente despeinada.

—Exactamente, tengo que ver quien es cercana a mi para que haya hecho eso.

—Tienes razón, pero, ¿cómo sabrás quién es? 

—Tenemos que ir a Sooga de vuelta y anotar los nombres de todas las chicas.

Dije finalizando la conversación, todos asentimos, y comenzamos a caminar hacia el pueblo, pero nos detuvimos cuando Gao no comenzó a caminar nosotros, volteamos todos preocupados.

—Esperen, entonces, ¿no hay desayuno? 

—¡Gao!

Un nuevo silencio [SEGUNDO LIBRO] [Garu y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora