5. Belleza ominosa

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Al verlo percibo como su mirada es de sorpresa al igual que la mía.

—¿Zuzu?

—Juny, yo...

—¿Qué es lo que hay ahí dentro?

Veo como se acerca con pasos tranquilos, de esos que das cuando te quieres acercar a un perrito/gato para acariciarlo pero lo haces con cuidado para no asustarlo.

—Juny.—su voz es seria— Nunca vayas a entrar por ahí—volteo a ver el agujero en el árbol, jamás lo hubiera visto de no ser por Izuku, se ve muy bien escondido— ¿Entendido?

—¿Por qué?—vuelvo la mirada a él sosteniéndoselas en sus verdes ojos, él me la aparta y después voltea para acomodarme un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—Solo no lo hagas, ¿vale?—sonríe.

Otro secreto más que no me cuentan.

—Hoy logré darle al blanco del árbol al que siempre fallaba.—dije para desviar el tema.

—¡Eso es asombroso, Juny! Felicidades—alborotó mi cabello y yo sonreí.

—Gracias.—respondí, con una sonrisa.

—Voy a casa a cambiarme, Juny. Prometo volver.

Algo en él está raro. Debió pasar algún problema o vió algo ahí dentro, estoy segura de eso.

—¿Todo bien?—pregunto.

—Todo bien, regresaré antes de que te des cuenta de que me fui, tú ve a casa, ¿ya comiste?

—Aún no.

—Ve a comer, ya vuelvo.

—De acuerdo.

—No me extrañes, Juny.—sonríe de nuevo.

—No prometo nada.

...

Ya es tarde noche, no hay nadie en mi casa. Después de haber comido me puse a tallar unas nuevas flechas fuera de mi casa. La mayoría las perdí tratando de darle a ese árbol (aunque no me arrepiento).

Hice bastantes que ya no caben en la cajita especial para cargar las flechas.

Carcaj, así se llama.

Después de un largo tiempo haciendo flechas me levante para ir a por un libro pero no lo hice al escuchar mi nombre.

—¡Najuny!—Izuku venía corriendo con la misma ropa hacia mi. No se había cambiado.

—¿Izuku? ¿Qué ha pasado? ¿Te encuentras bien?

Da unos cuantos respiros y después dice:

—Debes venir al pueblo.

—¿Qué?

—Es tu papá.

Mi corazón comenzó a latir fuerte en segundos. No dude y corrí hasta llegar al pueblo.

Algo de mi decía que el haber llegado a casa temprano y darme algo así de la nada fue muy raro.

Ahora qué es lo que había sucedido, no lo sé pero espero que no le haya pasado nada.

Corrí, corrí y volví a correr.

Cuando llegamos al pueblo habían llamas azules por todos lados.

Casas quemadas, destruidas, niños llorando, gente en el suelo y otras corriendo, dando gritos de terror y sacando a sus familiares de casa.

—¿Dónde está? ¡Izuku! ¡¿Dónde está mi padre?!

Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora