Me desperté con el sonido de un rugido que no pude identificar y un dolor de cabeza palpitante. Forzando a abrir mis ojos, vi solo azul, un mar azul y cielo azul profundo. Giré la cabeza hacia la izquierda y vi una hilera de tupidos manglares y palmeras. A la derecha vi el océano rompiendo en la orilla.
Estaba en una playa y sentí que el mundo se inclinó sobre mi. Fui golpeado por una ola y sentí como el mareo que me sacó de mi estabilidad. Luché contra eso, examiné mi cuerpo que dolía como si acabaran de sacarme el relleno interno a golpes. Me recordó cuando estuve en la escuela, sufriendo el abuso de Off, quien me maltrató de una forma u otra a lo largo de mis años de escuela secundaria. Bueno, hasta nuestro último año cuando consiguió su pequeño novio y no me molestó más.
Cuando el mareo comenzó a disminuir, miré a mi alrededor y me pregunté que había pasado. Estaba en una playa, presumiblemente solo y no tenía idea de como llegué allí.
Hasta que recordé...
¡¡El yate!!
Mi padre alquiló un yate para recorrer las islas del Pacífico como regalo de graduación de la universidad, o como expresión de su crisis de la mediana edad, dependiendo de como quisieras verlo. Su nueva novia de la semana tiene veintitrés años estaba a bordo. Ella fue lo suficientemente amable, hasta que le recordé que mi padre vino con un hijo que era un año mayor que ella. Al parecer se estaba convirtiendo en mi nueva madrastra. Al diablo con el dinero de mi padre, ella no podría ser mi nueva madre. Además de eso, el yate estaba atendido por mujeres encantadoras que evitaban los incómodos avances de mi papá con educadas sonrisas, siempre dirigiendo a mi nueva madrastra una mirada de disculpa.
Pasé la mayor parte de mi tiempo en la cubierta viendo trabajar a los hombres de la tripulación, cuando no estaba escondido leyendo en mi camarote.
Hubo algunos paseos por las playas de algunas islas y uno que otro chapuzón. Era algo memorable, estaba desnudo y era rebelde. Cuando me zambullí desde el costado de la embarcación a mi padre no le hizo gracia, pero entendí la indirecta y traté de encontrar actividades que no me dejaran medio aburrido. Mi padre era mi mejor amigo y habría hecho cualquier cosa por mí. Ahora, miraba hacia el océano y me preguntaba dónde está.
Nos atrapó una tormenta de la nada, ignoré las advertencias del capitán y salí a la cubierta para ver qué estaba pasando. Me encantan las tormentas eléctricas y quería ver como era en el mar. Las olas crecieron hasta convertirse en grandes colinas de agua, y ocasionalmente llegaron a convertirse en montañas. El yate fue sacudido como un juguete, los vientos y la lluvia punzante me empujaron como una muñeca de trapo. Fue entonces cuando caí por la borda.
Uno de los marineros se zambulló tras de mí, y poco después lanzaron una balsa salvavidas. Llegamos a la balsa amarilla, pero algo salió mal en el yate, cuando se escuchó un gran ruido y las luces se apagaron. Algunos minutos después de que la oscuridad se tragara todo, nos dimos cuenta de que la balsa estaba amarrada, el yate se estaba hundiendo y nos arrastraba con él.
El marinero sacó una navaja de su bolsillo y cortó la línea que nos conectaba con el yate. Había voces distantes que gritaban bajo el rugido del trueno y el viento que aullaba. Él me dijo que me agarrara de la balsa y distribuyera nuestro peso uniformemente sobre ella. Durante horas flotamos sobre las montañas de olas, temblando en la oscuridad. Lloré en silencio por la pérdida de mi padre, seguro de que se hundió con la embarcación. En algún momento, no se como, todo se volvió negro y me desperté en la playa.
*
Vi la balsa salvavidas e intenté ponerme de pie, pero volví a caer en la arena. Arrastrándome, me dirigí lentamente hacia ella, buscando al marinero con el que estaba. La balsa estaba vacía, y a él lo vi tirado en la arena.—¡Qué no esté muerto! — susurré mientras me arrastraba hacia él —¡No estés muerto, no estés muerto, no estés muerto!
Alcancé al hombre de pelo negro, con piel naturalmente bronceada, para ser tan varonil tenía hermosos rasgos. Llevaba puesto su uniforme de marinero, un polo rojo y pantalones cortos de color caqui. Recordé que su nombre era Kong, Kongpob Suthiluck. Había sido amable conmigo, enseñándome a hacer nudos y demostrando el sistema de anclaje. Tal vez tenía veintitantos años, era contramaestre y navegaba desde los dieciséis años. Era un veterano de la vida en el mar, y me alegré de que fuera él con quien me encontrara en esta situación, y no uno de sus compañeros de trabajo menos capacitados. Una sensación de alivio se apoderó de mí cuando miré ese hombre que yacía en la arena cálida y seca.
Puse mis dedos en su cuello, buscando su pulso. Al fallar mi inexperiencia en esto, temí lo peor, luego lo hice rodar sobre su espalda y sentí los latidos leves de su corazón en lo profundo de pecho. Tum tum tum. Lo sacudí, tratando de despertarlo, luego lo golpeé con los nudillos en medio del pecho, algo que vi hacer a un trabajador de una ambulancia en la televisión. Sus ojos se abrieron y comenzó a toser, como si se estuviera ahogando con algo. Lo ayudé a ponerse de lado, para que pudiera expulsar lo que sea que se le estaba atragantando.
—¿Dónde estoy? — preguntó cuando su ataque de tos se calmó. Me emocionó escuchar sus familiares tonos suaves. —¡Dios! —Su mano fue a su cabeza mientras se sentaba. —¿Qué pasó?
—Casi morimos. —Me puse de pie, probando mis piernas de nuevo y me tambaleé hacia la balsa, buscando el paquete de emergencia que sabía que estaría en algún lugar de su estructura de goma amarilla.
—¡Oh, el yate! —Kong gritó cuando su memoria volvió.
Encontré lo que buscaba y volví a sentarme a su lado, desempaquetando lentamente, haciendo inventario de lo que teníamos mientras buscaba lo que necesitábamos. Le entregué una botella de agua y luego un paquete de aspirinas para el dolor de cabeza, de ambos.
Teníamos algunos equipos de pesca, una pistola de bengalas, algunos suministros médicos básicos, una linterna y mantas térmicas, además de cuatro botellas de agua y un paquete grande de galletas de supervivencia que estaba seguro sabían a mierda y un paquete de cigarrillos. Kong tenía un encendedor en su bolsillo, escurrió el agua de todo antes de tirarlo en la arena.
—¿Hambriento? —Pregunté, ofreciéndole las galletas.
—No tengo hambre — dijo, mirando el agua. —Bajo cualquier otra circunstancia, este sería un lugar hermoso. Un verdadero paraíso.
—Cuando estés listo, tenemos que ir a buscar ayuda. —No estaba de humor para apreciar el paisaje. Mi padre se perdió en el mar, presumiblemente muerto. No podía encontrar alegría en ninguna circunstancia. Todo lo que quería era salir de la isla y volver a casa.
—Arthit, siento lo de tu padre — mencionó en voz baja.
—Yo también. — dije con frialdad, levantándome de nuevo para devolver los suministros de emergencia a la balsa, menos las dos botellas de agua restantes. No quería compartir mi dolor con él. Era demasiado pronto, demasiado personal.
Kongpob se puso de pie cuando me acerqué a él de nuevo. Se veía solo un poco más alto en la playa que en el yate. Los músculos que apenas estaban disimulados bajo su polo parecían un poco mas impresionantes. Recuerdo haberlo visto sin camisa una vez, y a pesar de que trabajé duro para mantenerme en forma, me sentí débil al lado de su forma atlética y musculosa. Su pecho era sólido y sus abdominales de tabla de lavar eran de ensueño, especialmente comparados con mi pecho plano y sin gracia. Era mucho más alto que yo, lo que me obligaba a mirar hacia arriba.
Me pasé los dedos por mi pelo castaño, me quité la arena de los pantalones cortos de baloncesto y la camiseta, comenzamos a caminar lentamente a lo largo de la playa, buscando cualquier señal de vida. A medida que la playa se redondeaba, chocamos con unas rocas grandes y afiladas, muy probablemente volcánicas, que cuidadosamente nos ayudamos mutuamente a cruzar con los pies descalzos. No se usaban zapatos en el yate, ni siquiera la tripulación de cubierta, y especialmente los huéspedes. Por otro lado, continuamos caminando sobre la arena, apreciando su textura más suave en nuestros pies.
🌴☀️✨
Aquí vamos en otra historia corta, no habrán dramas extremos, así que no le deberé lágrimas a nadie. Solo serán dos chicos perdidos en una isla solitaria 😏
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𝐂𝐚𝐬𝐭𝐚𝐰𝐚𝐲 KongArt
مغامرةLuego de que una tormenta inesperada destruyera la embarcación en la que viajaban, dos jóvenes quedan varados en una isla desierta, sin saber cuándo y cómo los rescatarán. Ambos hombres tendrán que ayudarse mutuamente en las distintas tareas para so...