XI: Secretos revelados

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Llevaba un par de días sintiéndome fuera de lo normal tras haber hecho la llamada al número que me dio ese tal Kisame.

Sentía que algo no estaba del todo bien en mí, pero con exactitud... No sabía lo que era, solo que se trataba de una sensación que no me agradaba mucho.

Tenía muchas noches de insomnio acumuladas, en las que me quedaba con la mirada perdida en las paredes, frustrándome por no saber qué pensar, o cómo llevar la situación en la que me había envuelto, cada detalle de mi vida, dentro de esta casa, por sí sola me agobia bastante.

Ver aquellas fotos dentro de un cuadro recargadas en el buró, mis cosas, mi ropa, a veces quería irme a un lugar distinto, los estímulos del pasado me dejaban intranquilo, y hasta el momento no había nadie con quien pudiera hablar de eso sin sentir culpa en mi interior, Shisui ya no era una opción para mí, no sabía si era correcto confiar en él.

A pesar de que me había escuchado había dejado de sentirme cómodo a su lado, y eso me hacía sentir mal, yo veía en carne propia como se esforzaba por darme estabilidad, ayudarme con cada ejercicio destinado a agilizar mi memoria, y ver si de casualidad podía recuperar algo de lo perdido. Pero yo ya no lo necesitaba más, me sentía harto de él, de su sola presencia a mi lado cuando antes era lo contrario, me quemaba, me estaba matando vivo, se trata de una sensación que me obligaba a apartarme cuando estaba cerca, me tenía tan cansado y no tenía ni la más remota idea de cómo hacérselo entender sin llegar a lastimarlo.

Una noche me levanté de mi cama, con un impulso muy extraño dentro de mi ser, cuando todo el auto control al que me estaba forzando se desvaneció, había dudas que aclarar, inseguridades que despejar, y yo ya no podía pretender que no existían.

Si me era posible saldría de ahí.

Eran las tres de la mañana, una hora en la que todos duermen, menos yo, traté de hacer el menor ruido posible al buscar entre mi ropa algo que me diera calor, tenía planeado salir de casa, todavía no sabía cómo pero tenía que conseguirlo, salir por la ventana era una opción que me estaba tentando.

Me cambié la pijama por un suéter de lana grueso, unos pantalones y una chamarra que cubriera partes por donde el aire frío podía entrar, por suerte tenía una especie de pantuflas que yo y Shisui utilizábamos cuando estábamos dentro de casa para no estar del todo descalzos, puesto que mi calzado para salir estaba en un pequeño apartado junto a la puerta de entrada no quería arriesgarme a ir por ellos sabiendo que podría ocasionar algún ruido y mi plan se vería frustrado.

Tenía un propósito y esperaba poder lograrlo.

Al momento de abrir la ventana la brisa fresca se pegó a mi rostro, provocando un estremecimiento que por una fracción de segundo me hizo dudar de lo que estaba a punto de hacer, pero no había cabida para mis indecisiones, primero subí una pierna, me recargué un momento y después me impulsé hacia el lado que me permitiría salir de mi casa, mi pie izquierdo tocó con el suelo del jardín, después, cuando tuve más estabilidad también lo hizo el derecho, suspiré aliviado, había pasado el primer obstáculo.

Pero no pude gritar victoria, pues de pronto sentí que algo venía hacia a mí, era Mochi. El perro primero me miró con extrañeza, sí, debió parecerle anormal que uno de sus dueños se encontrara fuera en el jardín a altas horas de la madrugada, el miedo que le tuve en un principio a ese ser viviente regresó cuando se quedó ahí parado con la cabeza ladeada, viéndome fijamente como si tuviera intención de saltarme encima, estaba petrificado.

Sin embargo no tuve de qué preocuparme cuando hizo el rabo hacia atrás y sus patas delanteras a mi dirección recargando el morro en ellas, esa era la posición que adoptaba cuando quería jugar, sin embargo yo no estaba para juegos, lo pasé de largo cuando me di cuenta de que no tenía intención de herirme, esto iba a ser rápido, y no me podía distraer.

El ayer que olvidé ━━ 𝘚𝘩𝘪𝘴𝘶𝘐𝘵𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora