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Quería a ese chico con él, cueste lo que cueste.

—Dale araña, baja despacio o hace uso de tu apodo

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—Dale araña, baja despacio o hace uso de tu apodo. — murmuró el cordobés para sí mismo, pues mientras su progenitor se encontraba encerrado en su oficina, él tenía una fiesta a la que ir.

—Tendrías que haber salido por la ventana, boludo. — soltó el patriarca de la casa, sentado en uno de los sofás de la casa mientras leía el periódico.

—¡Yo hacia eso y pegaba el pique hasta la esquina!— dijo Paulo apoyado en los barandales de las escaleras de madera. —El chisme llama.

Sin embargo, los pertenecientes a la familia Álvarez prefirieron ignorar el comentario de la chusma en las escaleras.

—¿A dónde te vas tan arregladito?— preguntó el cordobés mayor después de levantarse de su asiento y quedar frente a su hijo menor.

—Voy a repasar con los pibes para la prueba de matemáticas. Esa vieja chota odia a todos y no le quiero ver la cara en las vacaciones. — se excusó sonriente en un intento de disimular su nerviosismo.

—A una orgía, entonces.

Las carcajadas de Paulo resonaron por la casa. Le parecía gracioso ver las discusiones con su padre desde otra perspectiva. Cuando tenía la edad de su hermano, le pasaba aquello millones de veces.

—Es una fiesta, pa. — corrigió Julián.

—Y el infierno solo es un sauna.

—Sos un exagerado, viejo. — refunfuñó.

—¡Che, chismoso!— Gustavo llamó a Dybala, y este al instante bajo las escaleras para ir a la cocina. —¿Vos también vas a esa jodita que dice Julián?

Y aunque la respuesta se respondía sola, el padre volvió a analizar su vestimenta casi sin creerse lo que veía. Paulo, su tan calmado Paulo (luego de unas cuantas charlas), estaba vestido sin su pijama y en cambio, con unas prendas que le hacían honor a su apodo.

—Puede ser. — se encogió de hombros con una amplia sonrisa.

—Pero la puta mad-

el mayor lo interrumpió con cuatro simples palabras:—Sin Pau no vas.

—Dale culiado, vení conmigo. — pidió Álvarez sosteniéndolo por los hombros. —No te pido que parezcamos normales, pero que nos vean juntitos al meno'.

—Definí normal, Juli. Justamente vos no lo sos. — se burló.

—La joda de Anna. La chabona no invita a nadie literalmente, ¡Y se liberó! Nosotros podemos, somos aves en busca de libertad. — murmuró intentando sonar motivador.

—Es una banda todo lo que escuché.

—¿Quién es Anna?

—Anna es la perfecta excusa para manosearse, tomar birra y bailar hasta que duelan los pies. — respondió Paulo enumerando con sus dedos lo mencionado.

POLOS OPUESTOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora