La sensación pesada de estar despertando luego de una larga noche, terminaba siendo indeseable, más cuando James amaba dormir. Pero a medida en que abría los ojos, ponía más atención al resto de sus sentidos. Había mucho ruido y un olor nauseoso a cenizas y pólvora.
El miedo de inmediato se metió en cada uno de sus poros, empujándolo a levantarse con rapidez y torpeza tras observar la habitación fría y con algunos casquillos de balas a su alrededor. Por instinto puso atención a sus extremidades y notó que traía puesto algún tipo de traje negro de apariencia militar. «¿Qué hago aquí? ¿Qué es esto?», se preguntó sin poder pensar algo coherente.
—¡Gellhorn! Estamos listos, sal de una jodida vez.
Gritó alguien afuera.
Él no reconocía esa voz, pero aun así, salió.—Vaya, qué cara traes, esos diez minutos no te han servido de nada. Ten, dejaste esto en la sala de control.
Dijo acercándole un arma. Él la tomó y siguió los pasos del extraño, tratando de entender porqué estaba en un lugar que no conocía, uniformado y ahora, armado también. En silencio continuó hasta llegar a la salida, donde observó a seis hombres vestidos como él, bajando de un helicóptero que estaba seguro haber visto antes, pero no de manera tan real.
—Ahora que estan todos aquí, les informaré sobre la gravedad del asunto. —Aquel hombre hablaba con firmeza y seguridad, aparentemente era el comandante.
—Hace seis horas la policía de los Ángeles informó sobre la aparición de una gran cantidad de cuerpos mutilados, inicialmente creyeron que se trataba de las pandillas locales, pero hace menos de una hora nosotros tuvimos contacto con algo que creemos es el verdadero causante de esas muertes.
Según lo que nos indicó el equipo de la OWFL, se trata de un salvaje alienígena, que al parecer vino a cazar por diversión. Recurre a la invisibilidad y está equipado con letales armas desconocidas, incluso para nosotros.
Sospechamos que aún está en el perímetro, así que nuestro trabajo es encontrarlo y traer su monstruosa cabeza aquí. ¿Oyeron? Ahora en marcha, acabemos con esto, rápido y limpio.
James prestó atención a cada palabra totalmente anonadado. Nada podía ser real, seguramente estaba soñando. Eso era lo más lógico, estaba soñando. Un sueño demasiado vívido y espeluznante. Sin decir mucho se acopló a ellos, siguiéndolos.
—¡Carajo, muévete! Esa cosa está de regreso.
Gritó alguien detrás suyo, tirándolo al suelo de un lajón. Se puso de cuclillas tan rápido como pudo, viendo a pocos metros de distancia a la imponente figura de la criatura que buscaban. Tenía un rostro monstruoso y algún tipo de arma en el hombro derecho que se movía en distintas direcciones, como si tuviera algún tipo de sensor.
Rápidamente Dutch dio señales en silencio, indicando la manera en la que lo atacarían. Él, temeroso, se movió entre los escombros. No tenía idea de lo que haría, pero seguía las indicaciones. Hasta que en algún momento perdió de vista al extraño ser, lo suficiente como para que este desapareciera de su panorama. «¡Gellhorn, corre!» Le gritaron de pronto, sin embargo, él ya estaba petrificado. Los milisegundos se sintieron eternos mientras se giraba para ver a la criatura en detrás suyo. En ese momento su cuerpo se maximizó por la adrenalina, recordando la escena perfectamente. Así que disparó, una y otra vez, hasta notar sangre verduzca saltar sobre su rostro.
James creyó haberle hecho algún daño letal, pero su propio pecho comenzó a arderle como el infierno, sintiéndo a la vez el sabor metálico de la sangre en su boca acompañado de un dolor cortante. Fue entonces que cayó bruscamente al suelo, golpeándose duramente contra el suelo, siendo eso lo que le hizo despertar de un salto sobre la cama. Estaba sudando y con el miedo tatuado en el rostro. Todo había sido un sueño. O es lo que pensó esa mañana, sólo esa mañana.
