A Little Piece of Heaven.

386 23 34
                                    

"Antes de que la historia comience,

¿es una especie de pecado para mí el tomar lo que es mío,

hasta el final?." 





Ya llevaban tiempo de aquella manera, sus encuentros no eran nada más que para tener sexo salvaje, tal como las bestias. Y es que el mingo era insaciable, jamás se cansaba de acosar al wani y éste siempre le recibía con insultos, porque nunca en su vida, aceptaría que de cierta forma, el rubio le volvía loco y que se había convertido como en un tipo de costumbre para él. Y el rubio siempre terminaba haciéndole heridas de más mientras follaban.



Y serían estúpidos el negar que era algo único lo que tenían entre ellos, incluyendo golpes, peleas, torturas, juegos sexuales y de más, era algo que sólo ellos entenderían y aunque no se dijesen cosas pegajosas como el resto de la gente -vamos, que éstos tíos son wilos y orgullosos -rubio y azabache correspondientemente-, se necesitaban. No es que ninguno no haya pensado ya en llevar más allá su "relación", no lo negarían pero tampoco se atrevían a dar lo que se dice "el primer paso". Uno, porque era el orgullo encarnado en un Pirata. Y el otro, porque sabía como era su amante, y por eso el rubio tenía planeado llevar más allá su aventura, él quería al azabache sólo para él, nadie más lo tocaría, nadie más lo miraría ni le hablaría. Crocodile era suyo nada más. Así lo decidió desde que éste negó formar una alianza con él, ¿porqué mierda aceptó aliarse con Shirohige, entonces?, eso le había cabreado y lo llevó a tomar todo lo que era Sir Crocodile. Era un maldito caprichoso.





"Éramos más que amigos antes que la historia terminara,

y tomaré lo que es mío, créelo, crearé lo que Dios nunca pudo diseñar." 





Doflamingo frecuentaba la casa -temporal- de Crocodile (la cabeza de éste tenía precio), eran ocasionales las veces que iba a divertirse con su más reciente capricho aunque en ocasiones amanecía en su cama, otras veces no era así ya que tenía que volver a Dressrosa para sus asuntos. Crocodile terminaba exhausto además de que siempre amanecía con golpes, cortaduras y sobre todo mordidas por todo su cuerpo, no se quejaría si sólo fuesen unas cuantas pero el mingo siempre se excedía en el momento en el que veía el cuerpo pálido lleno de cicatrices y desnudo, y él por resistirse, le iba mal. Siempre terminaba así, se quejaba sólo para guardar su apariencia de superior y distante -aunque más por orgullo- y eso era lo que al mingo le molestaba porque no tenía idea de qué era él para el mayor, sabiéndose bien que el rubio siempre consigue lo que quiere y si quiere hacer suyo al ex-Shichibukai, sólo había una manera de atarlo por las buenas a él, y sabía lo que debía hacer, lo haría nada más fuera a verle nuevamente.



Esa ocasión el rubio se dirigió a la casa del hombre que poco a poco le fue cautivando a su manera, aunque siempre le visitaba de noche, por primera vez fue a verle cuando aún era de día y ésto realmente le sorprendió al coco, aún cuando su expresión seguía siendo de indiferencia, su boca se había entreabierto y sus ojos enfocaban con interrogante al rubio. Éste simplemente sonreía tal como un zorro, amplio y con astucia; sin duda tramaba algo y eso mejor que nadie lo sabía el hombre de arena. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 21, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

"Un pedacito de cielo."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora