Aún recuerdo su sonrisa y aquella labia con la que me ofrecía ese primer beso, tal vez si no hubiera aceptado nada de esto estaría pasando, nunca habría entrado en su mundo y seguiría siendo tranquila con mis propios asuntos, pero aquí estaba ahora frente al chico que amaba y había lastimado de todas las maneras posibles.—Fue un maldito error haberme abierto a ti, maldigo el momento en el cual pensé que si serías diferente—musitó con grandes lagrimas en sus ojos dolido, aquellos ojos que en algún momento me miraron como si fuese lo mejor que le hubiera pasado.
Realmente no me permitía decir nada, las voces en mi cabeza me decían que era mejor quedarme callada a pesar de que hubieran tantas palabras para expresar y hacerle saber cuanto lo sentía, esta vez había sido yo quien lo hiriera, a pesar de todo lo que pasé al principio y lo que me costó llegar hasta acá, lo había jodido y sería difícil enmendar mi error.
—¡Di algo maldita sea!
—Lo siento—fue lo único que pude pronunciar en un hilo de voz, algo dolía en mi garganta y mi vista se nublaba con las lagrimas amenazando en salir, me había prohibido llorar puesto que no sentía ser digna de hacerlo, no después de lastimarlo.
—¿Es todo lo que dirás?, ¿un maldito "lo siento"?, ¡joder, Valen!, ¿por qué con él?, ¿¡por qué!?, ¡responde!, ¿¡por qué!?—preguntó él, su voz de aquella forma me lastimaba, quería desaparecer en ese momento.
Esa fue la última vez que lo vería, estaba segura de ello y lo único que podía hacer era quedarme callada con demasiadas cosas para decir, me maldecía internamente y eso fue lo que provocó que simplemente arrancara de mi cuello el collar que me había regalado y sabía que significaba demasiado para él.
—Olvídate de mi, no me busques, haz como si nunca me hubieras conocido, déjanos en paz a mi familia y a mi, desaparece de nuestras vidas—fueron las últimas palabras que salieron de su boca antes de marcharse sin siquiera mirar atrás, lo había perdido, había perdido todo.