Nothing changes, nothing happens.

Ignore it.

No... No se suponía que debía de sentirse así. Era completamente patético de su parte.

No porque Keeho no le correspondiera, sino porque, desde cualquier punto de vista existente, lo que menos podía permitirse el menor era tener ese tipo de sentimientos por él.

Soul quería ignorar la repentina chispa de emoción que se encendía cada vez que lo tomaba de las manos; ignorar por completo como su corazón se aceleraba al escuchar la hipnotizante melodía de su voz.

Ignorar.
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Haku Shota nunca había sido alguien seguro de sí mismo.

Siempre tuvo complicaciones con infinidades de cosas, jamás podía concentrarse en una sola causa y en incontables ocasiones le habían recalcado lo distraído que era.

Shota amaba estar en su propio mundo... Aún así, no impedía que la añoranza de ser comprendido fluyera por su cabeza.

Shota permitió que ese deseo se deslizara por sus venas, que se expandiera lentamente.

Por supuesto, no debía de consumirlo por completo. Ese era un riesgo que Shota prefería evitar.

¿Realmente era un riesgo?

Asímismo, Shota tampoco era alguien inclinado a las apariencias. Ajustarse a los deseos de la sociedad.

...Muy probablemente también era la razón por la que los demás lo veían como alguien "extraño" y difícil de entender.

No se consideraba como alguien directo... al menos no verbalmente. Aunque no era de mucha importancia cuando el lenguaje físico predominaba involuntariamente en él.

Quizás Keeho vio todas estas piezas desordenadas, quizás Keeho entendió la clave del rompecabezas que era el menor.

Keeho llegó a su vida para sacudir su ser de una manera tan agridulce como confusa. Y Shota era codicioso, además de curioso.

El hombre lo atraía de una manera casi natural e inconsciente. Shota quería demasiado de él y eso es lo que más le aterraba.

¿Será más fuerte su sed, o su razón?