SKYE
Me acerco despacio, sin hacer ruido. Está claro que me divierte. Es como jugar al gato y el ratón. Paro antes de llegar a un ángulo donde pueda verme y me vuelvo a poner seria. No estoy dispuesta a que adivine mi juego. Llevo un vestido corto, de tirantes finos, compuesto por un corsé medio transparente cubierto con pedrería sobre un fondo negro y una falda negra plisada que le da vuelo. He escogido una de mis tiaras más discretas, de día. Últimamente no tengo oportunidad de ponérmelas.
Empiezo a rodear la mesa. Él sigue sin darse cuenta de mi presencia, demasiado ocupado garabateando y leyendo. En cuanto me encuentro frente a él, casi salta de la silla del susto y tengo que hacer mi mayor esfuerzo para no reírme a carcajada limpia.
—Buenos días, Nathaniel.
Al mirarme, se sonroja. Duda un momento y se vuelve a sentar, como si no hubiera sucedido nada. Apoyo los antebrazos sobre el respaldo de una silla frente a él.
—Buenos días, majestad. ¿Puedo hacer algo por la reina?
Inclino la cabeza a un lado, con una sonrisa afilada.
—Por tu reina sí puedes hacer algo.
Él, que había devuelto la cabeza a su trabajo, la levanta para mirarme, sorprendido por mis palabras. Me molesta que quiera dejarme tan claro que no me reconoce como reina.
—He oído que has hablado con Joe. De muchas cosas.—empiezo, sentándome en la silla. Cruzo las piernas y apoyo los brazos en el reposabrazos, irguiéndome como lo hago en el trono.
—Pensé que podía hacerlo, majestad. Me dijo que lo que necesitara con tal de que...
El nerviosismo se palpa en su voz y su mirada, por lo que decido pararlo antes de que piense que he venido a amonestarlo. Sé cuánto lo asusta que le digan que ha incumplido las normas.
—No me molesta Nathaniel. Sé lo que te dije y me parece bien. De hecho me gusta que tomes tu propia iniciativa.—hago una pausa, decidiendo con mucha cautela las palabras con las que quiero continuar.—Michael no se equivocaba contigo: una vez se te pone un reto delante, te involucras de manera irremediable.
Vuelve a sonrojarse.
—Mi trabajo es lo que soy. Creo que eso lo entendemos ambos a la perfección.
Tengo la sensación de que quiere decir algo más y callo hasta que se atreve a volver a abrir la boca.
—Puede que no esté de acuerdo con esto. Me gusta ser brutalmente sincero acerca de mis principios. Me enseñaron que tengo que seguir las normas y no me ha ido mal haciéndolo. Pero he de decir que Joe me ayudó mucho a entender mejor lo que pasa por aquí. A entender mejor a las personas que se meten en estas cosas.
Me echo hacia atrás en la silla con una sonrisa. Tendré que hablar con Joe más tarde sobre esto.
—No sabes como me alegro, pequeño.
Me paso la lengua por los dientes, divertida ante la conversación. No tanto como él, que todavía odia ese apodo.
—Bien. Pues yo también he hablado con Joe y está claro que habéis hecho buenas migas. Me ha contado que tienes ideas interesantes. Y yo también acostumbro a ser brutalmente sincera, Nathaniel, lo sabes. La guerra se acerca a mi puerta a pasos agigantados. Necesito que me enseñes lo que tienes.
Parece querer protestar al principio, pero decide que haga lo que haga y diga lo que diga, voy a verlo de todos modos. Le agradezco en silencio que nos ahorre la pelea, no estoy de humor para esas estupideces ahora.
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Proyecto M
Novela JuvenilSkye, conocida como la reina Raven, sabe que el mundo estará a sus pies en cuanto chasquee los dedos. Pero ella quiere más, siempre ha querido más y es lo que pretende conseguir a través de Nathaniel, un diseñador, que se verá envuelto en un mundo d...