Capítulo once.

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Capítulo once.

- Entonces Samuel... Cirujano plástico, qué conveniente para ti, ¿Eh Rubius? - habló Auron dirigiéndose a "la pareja" frente a él.

- Oh no, a él no le he hecho nada, es natural su belleza, eso no se discute. - respondió el castaño mirando a Rubén.

- ¿Y qué hay de mi? - preguntó. - ¿Harías algo conmigo? -

- ¿Profesionalmente hablando? Nada, no te haría nada. -

- ¿Nada en serio? - volvió a preguntar arrogante.

- Porque ya te han hecho muchos transplantes capilares. - Samuel respondió serio, aguantándose las ganas de reír al ver la cara de Raúl.

- ¿Dónde lo conociste, rata? - Auron cambió de tema.

- Nos conocimos en un evento. - comentó Rubén.

- Sí, de videojuegos en Los Ángeles. - le siguió Samuel, tomando por sorpresa al peliblanco, el cual iba a contestar, pero fue interrumpido por el particular tono de llamada que provenía de él móvil de Luzu, parecía la banda sonora sacada de la película "El código Da Vinci".

- Deberías atender, puede que sea el hombre de la profecía. - bromeó Vegetta, ganándose una mala mirada de Borja.

- ¿Diga? Sí, aquí el iMan. - contestó el castaño. - Aguarda un segundo... - Luzu apartó el celular de su oreja, pero antes de decir algo fue interrumpido por Samuel.

- ¿Puedo decir algo antes de que nos hables?. - el mayor asintió. - Pues, ver al hombre que inventó el iPod, contestar un iPhone diciendo "aquí el iMan", es simplemente impresionante. - comenzó a reír. - Es como ver a Ronald Mcdonald comerse una de sus hamburguesas. - bromeó.

- Si es verdad, eh. - Rubius le siguió la corriente, mientras Luzu revoleba los ojos y Auron solo sonreía.

-  Si bueno, lo lamento, es una de mis fundaciones, debo atenderlos. - el castaño iba a levantarse, pero fue jalado por Auron quedando a centímetros de su cara.

- Tu bondad, tu inteligencia y tu paciencia. - dijo rápido el del piercing mientras miraba a su esposo a los ojos.

- Tu belleza, tu energía y tu hombría. - contestó el mayor, mientras besaba fugazmente a su pareja y luego se alejaba para seguir con la llamada.

- Hacemos eso cada vez que uno se aleja, nos decimos lo que adoramos del otro. - comentó Raúl al ver la cara de sus invitados.

- Oh, que... Bonito. - respondió Rubén.

- Deberían intentarlo. -

- Claro, lo haremos. - habló Samuel.

- Tal vez lo haga luego, ¿Vale? - respondió el ojiverde dirigiéndose al castaño.

- Oh, tranquilo calvo, no todos pueden hacerlo. -

- ¿Sabes qué? Lo haré. - Rubén sonaba decidido.












(...)





















- Estaba tan pobre y sin lugar a dónde ir, que salí a la calle a vender mi equipo... Obviamente hablo de mi cuerpo. - comentaba Willy a la chica, mientras bebía otro trago de su cerveza.

- ¡Auxilio, ¿Hay algún veterinario? Mi oveja se desmayó y no respira, no sé lo que le pasa! -

- ¡Aquí! - Akira señaló a su acompañante. - ¡Él no es veterinario pero se gana la vida con ovejas! -

Un esposo de mentira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora