Lee Minho, un hombre impulsivo, obsesivo y agresivo, aunque en el fondo sea amoroso, tierno y dulce, la maldad se ha apoderado de su gran corazón, convirtiéndolo en un corazón frío, duro y negro.
Lee Minho, el esposo perfecto, hermoso, fiel amable...
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En estos ocho años que habían pasado, no solo la vida Seungmin y Minho había cambiado, sino también la vida de Kyungsoo, quien ahora era estaba casado con el medio hermano de su mejor amigo, Kim Jongin y con una hermosa hija de 6 años. No era la pareja perfecta, claro que no, tenían problemas como cualquier matrimonio, pero ellos eran almas gemelas, era como si uno pudiera leer la mente del otro y saber fácilmente lo que le disgustaba o le molestaba.
La razón por la que siempre peleaban eran por las visitas que hacia Kyungsoo al cementerio, visitando la tumba de Minho, porque a pesar de todo, él lo había querido mucho, extrañaba sus consejos, esas sonrisas o esas actitudes dramáticas que hacia cuando algo le disgustaba, extrañaba salir con él y que le comprara todo lo que pedía, nunca lo admitió, pero Minho fue como su hermano.
Recordaba claramente cuando en el colegio, cuando estudiaba con Seungmin, sus compañeros lo molestaban e insultaban por sus mejillas grandes, algunos iban y se las apretaban con fuerza, pero Minho siempre estuvo defendiéndolo.
—¿Cuantas nueces entran en esas enormes, Quico?
—N-no me molesten...
—Abre esa boca, vamos a meterte nuestras loncheras, Porky.
—¿A quien le dices eso, imbécil? —una figura empujo a uno de los chicos haciendo sobresaltar a los demás.
—Lee, no te metas en esto.
—Yo no sigo ordenes de delincuentes.
—Hijo de perra, que no se olvide que mi padre es el congr-
—Si, el congresista de Seúl, bla bla —lo volvió a empujar más fuerte haciéndolo caer —¿Qué dirá tu papi si te ve llegar sin dientes y con la cara deformada?
El otro palideció junto a sus compañeros de fechorías y se fueron corriendo rápidamente, asustados, claro que si, porque en ese entonces Minho era muy intimidante físicamente, pero cuando lo conocías, se encontraban con un chico verdaderamente dulce.
—¡Y si los vuelvo a ver molestando a Kyungsoo, no solo deformaré su cara!
—G-gracias Minho...
—No hay nada que agradecer enano, si te vuelven a joder, me avisas y voy a partirles cada uno de sus dientes ¿Bien? —Kyungsoo asintió sintiéndose protegido— Te invito el almuerzo, elige todo lo que quiera para comer.
Kyungsoo estaba sonriendo bobamente ante la mirada atenta de su esposo.
—¿En qué piensas, Kyungsoo?
—N-no nada, perdón.
—Amor cuéntame, tenías una sonrisa boba.
—No seas celoso, Kai, solo quiero evitar una pelea.
