Lee Minho, un hombre impulsivo, obsesivo y agresivo, aunque en el fondo sea amoroso, tierno y dulce, la maldad se ha apoderado de su gran corazón, convirtiéndolo en un corazón frío, duro y negro.
Lee Minho, el esposo perfecto, hermoso, fiel amable...
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Los murmullos resonaron con más fuerza en la iglesia ya que nadie podía creer lo que escucho, el novio había dicho que no aceptaba casarse con Mina.
Sus hermanos y sus estaban anonadados, ya que no estaban seguros de haber escuchado bien al pecoso, mientras que Jaebam, sonreía por dentro, sabía que Félix había hecho lo correcto.
Mina estaba en shock, no podía creer lo que Félix había dicho.
—Perdóname, Mina, eres una chica buena y maravillosa, pero no te merezco, no puedo casarme contigo.
Félix bajo del altar y corrió por el pasillo hacia la puerta de la iglesia, todos los presentes observaban sorprendidos la escena y vieron a Mina caer de rodillas mientras lloraba.
—¡Félix que acabas de hacer! —dijo apareciendo Sehun, enojado.
—Lo siento, Sehun —dijo Jaebam acaparando toda la atención de todos —Félix solo está haciendo lo correcto, lo que su corazón le dice que haga.
Félix salió de la iglesia sin mirar atrás, ahora iba en busca de su felicidad al lado del hombre que amaba, el pecoso corrió hacia el convertible rojo que estaba cerca de la entrada de la iglesia, el auto de Jaebam, el vehículo estaba abierto y busco en la guantera las llaves, que ahí estaban tal y como le había dicho su amigo.
Puso el auto en marcha y se alejó a toda prisa con tal de que nadie tratara de detenerlo, tenía que encontrar a Chan y su corazón le decía en donde podría encontrarlo.
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Chan contemplaba el cielo, pensando que su Lixie ahora estaba casado ¿Eso sentía su pecoso mientras él estaba con Jaebam?
Si tan solo hubiese hecho algo más para convencerlo de que no se casara, si tan solo hubiera ido a impedir esa boda, pero ya era demasiado tarde, Félix ya estaba casado con Mina y él lo único que había hecho fue ir quedare encerrado.
—¡Chan!
La voz de Félix resonó en la mente del pelinegro, le dolía demasiado escuchar su voz pronunciar su nombre.
—¡Chan!
Abrió los ojos al escuchar con más fuerza la voz de su Lixie, era imposible que él estuviera fuera de su habitación de hotel, Chan temía que fuese una jugarreta de su mente que anhelaba volver a verlo, pero al escuchar como el pecoso gritaba su nombre y tocaba la puerta, se dio cuenta que estaba ahí, si dudarlo, abrió la puerta de su habitación, Félix estaba a pocos pasos de él, con la respiración agitada y tratando de recuperar el aire, mientras Chan no dejaba de mirarlo, aun asombrado de que estuviera frente a él.
