Amuleto

18 1 0
                                    

Antes de que papá falleciese, me regaló un collar que tenía la mitad un sol y la otra mitad era una luna, desde pequeña lo he usado de amuleto en absolutamente todo, en mis exámenes, en mi carrera e incluso cuando la abuela se puso enferma, hasta entonces el amuleto funcionó y cuando Xavi me dijo que lo siguiese, en el camino no paraba de jugar con el collar, rezando para que esta vez funcionase igual que en las otras. Para mi cualquier recuerdo proveniente de mi padre, era muy valioso para mi y cuando algunas fotos en las que salíamos mamá, yo y papá, el colgante y alguna que otra prenda de vestir de mi padre, se convirtieron en lo único que tenía de él, las cuidaba de manera que daba mi vida por que esos objetos no se perdiesen. 

Empecé a enseñar, al entrenador, todas las fotos que mi cámara contenía. De vez en cuando me decía que no pasase a la siguiente, para después quedarse unos segundo apreciando la imagen. Cuando ya no quedaban más empezó a hablar de ellas.

-Tienes un talento magnífico, Lia, deberías presentarte sin pensártelo- dijo con entusiasmo.

-Muchas gracias. ¿Cuándo saldrían las pruebas?- 

-Teniendo en cuenta que he empezado a evaluarte, como ya dije anteriormente, comenzando con la calidad, tu has superado esta prueba positivamente. Mañana vendrán las demás personas y el equipo irá opinando de las fotos, al final de cada prueba y eliminaran a aquellos que no tengan el nivel- me explicó.

-Mañana a las 8, empezarán las pruebas, a esa hora entrenan los jugadores, con lo cual tendréis tiempo y elección ya que cada persona escogerá un jugador- continuó.

-Muchas gracias- repetí -Nos vemos mañana a las ocho- finalicé. 

Salí de aquel despacho y caminé por el mismo pasillo por el que me había guiado Xavi. Mientras iba caminando, iba observando las diferentes puertas que había, hasta que ya no supe por cual había entrado, decidí darme la vuelta pero no reconocía en donde estaba. Busqué mi móvil en los bolsillos de la chaqueta y vi que Sira me había enviado un mensaje diciéndome que se había ido con Ferran. Genial, no me había escuchado cuando la dije que me esperase, intenté llamarla pero no me lo cogían, ninguno de los dos. 

Caminé hasta el final del gran pasillo y me pareció más grande que cuando entré, cuando llegué al fondo, me encontré con una puerta azul y roja; miré la hora, era la 1 de la tarde, seguro que ya no había nadie pero abrí la puerta con la esperanza de que alguien estuviese detrás. 

Pero no. Fue peor. Mucho peor. 

Cuando abrí la puerta, los jugadores se encontraban allí, algunos sin camiseta y otros ya vestidos con su ropa. Todos se me quedaron mirando y yo no sabía que hacer ni que decir hasta que uno habló. 

-¿Qué haces? ¿No sabes leer carteles?- dijo bastante molesto.

Me di cuenta de que encima de la puerta había un cartel pero no lo leí porque mi mano abrió antes la puerta. Dije lo primero que se me ocurrió ya que a la vez sentía alivio por haber encontrado personas en vez de tantas puertas. 

-Me he perdido y no sé como salir de aquí, estaba buscando a alguien para que me ayudase a salir- dije para que alguien me sacase de allí. 

-Pedri ve tu que ya has terminado- dijo el mismo que me había hablado tan mal. 

Recordé que los dos que me habían llamado la atención eran ellos. Ya sabía el nombre de uno de ellos, Pedri, se levantó y caminó hacía a mi; seguidamente cerró la puerta. 

-¿Por qué no te has ido con Ferran y su novia?, hace rato que los vi irse- dijo mientras caminaba.

-Porque Xavi me dijo de ir a hablar con él, a su despacho y después vi que Sira me escribió diciendo que se había ido, los intenté llamar y no respondían. Empecé a desesperarme por encontrar a alguien y salir de este túnel- expliqué. 

-Si quieres te puedo llevar a casa- 

-La verdad es que no tengo como irme y andando voy a tardar por lo menos 2 horas- 

-Entonces no se diga más, te llevaré- dijo eso después de mostrar una sonrisa. 

Salimos a la calle y pude respirar el aire fresco que pegaba en mi cara, cerré los ojos por un momento y respiré ondo. Me tranquilicé, me gustaba hacer eso cuando me sentía agobiada, estresada o triste.


Nuestro destino imposible. Pedri González.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora