Cuartel general

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Los convoy militares estaban siendo conducidos camino hacia el edificio del ejército de Estados Unidos. Dentro de estos, se era capaz de ver a varios soldados repartidos por los asientos, todos con un semblante triste y molesto, estos hacían diferentes actividades con tal de matar el tiempo que duraba el viaje de regreso al cuartel .

Uno de estos soldados era Lincoln Loud, el cual escribía en su diario acerca de los eventos ocurridos en los últimos días, con lápiz en mano, anotaba cada detalle que podía recordar de aquel último evento.

Las armas que utilizó, su desempeño en el campo de batalla, las muertes que el causó y la cantidad de soldados que salvó.

Este levantó la mirada de las hijas de su pequeña libreta, y dirigió su vista hacia los asientos vacíos que se repartían por todo el camión.

Este devolvió su vista hacia sus anotaciones, con una mirada llena de tristeza, y anoto lo que menos le gustaba de sus entradas de diario...

El número de bajas

Finalmente, el vehículo se detuvo, el albino se asomó por una ventana y vio que ya habían llegado al lugar de destino.

Uno de los soldados de guardia en la entrada se acercó con cautela y se dirigió al conductor.

–Identificación– Habló este con firmeza.

El soldado le miró con irritación.

–No tenemos tiempo, mierda, hay soldados que requieren ayuda–

El guardia dirigió una mirada llena de tristeza al suelo, pero sabía que no podía desistir de sus órdenes.

–Solo dame tu identificación–

El soldado supo que no podría hacerlo cambiar de opinión, así que de forma brusca le tendió su cartilla que comprobaría su identidad.

Por un corto momento, el guardia inspeccionó aquella credencial. Y después le devolvió al soldado conductor aquella identificación.

–Pasen–

Y el camión se puso en marcha, y mientras este recorría el asfalto, los soldados veían desde la parte trasera del vehículo los campos llenos de soldados.

Habían unos entrenando, preparándose para misiones, otros dándole mantenimiento al equipo militar, y unos cuantos simplemente estaban pasando su tiempo libre.

Mientras el camión pasaba, los soldados en los terrenos veían hacia el camión que había ingresado al área, todos miraban con intriga y expectativa.

Finalmente el vehículo se estacionó y los soldados empezaron a bajar, unos por si solos, otros con ayuda de alguien, y habían algunos que bajaban en camillas, estas siendo cargadas por los soldados que en mejor estado se encontraban y algunos de los que estaban en los terrenos los cuales se ofrecieron a ayudar.

Lincoln guardo su libreta y se decidió a bajar de aquel vehículo, este sabía cual era el protocolo, apenas regresen, el grupo tenía que ir a presentar su reporte, pero el chico sabía que para eso, todo el equipo debería de estar presente, así que se tardaría un tiempo en estabilizar a los colegas que quedaban.

Y eso le hizo saber que tendría tiempo para relajarse.

Pudo haber ido al médico, pero el hambre le ganó y se fue directamente a la cafetería, si es que así se le podría llamar.

El camino hacia allá fue algo difícil, pues si bien sus heridas no le brindaban peligro mortal, eran molestas.

Tenía unos cuantos cortes en sus brazos, pero de estos ya no salía sangre, moretones, tenía unas cuantas vendas y encima cojeaba de una pierna.

Tiempos difícilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora