Capítulo 25

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Todos se encontraban sentados en la mesa, frente a ellos se encontraban sus respectos desayunos. Will se sorprendió al ver a Phill entrar y tomar asiento a un lado de Lizzy. Se alegro de verle ahí, también de ver que su semblante había cambiado, aún podía ver un poco las ojeras bajo sus ojos, pero su imagen había mejorado. Todos estaban por empezar a desayunar cuando las puertas se volvieron a abrir y mostraron a Bill acompañado por Mason. Cualquiera que estuviese hablando guardaron silenció, todos miraron a los dos que habían cruzado la puerta. 

Mason de inmediato sintió la mirada de todos, cuando eso sucedió, su cuerpo se encogió y sintió la necesidad de irse, de volver a la habitación y quedarse ahí encerrado. Al menos ahí nadie lo veía. En ese momento sentía como si estuviese siendo juzgado. 

No lo culpaba. No podía. No cuando él lo sabía todo desde el inició. 

Bill lo sujeto del hombro, tratando de demostrarle apoyo. Al sentirlo, Mason continuó caminando hasta estar cerca de la mesa. No estuvo seguro de donde sentarse, pues su lugar antes era al lado derecho de Phill. No sabía si podía sentarse ahí después de todo, a la izquierda de Phill se sentaba Lizzy, si decidía por sentarse a un lado de Phill a su derecha quedaría Will. 

Mason tropezó al estar frente a la mesa. Se giró a ver a Bill un momento, antes de ver la mesa nuevamente. 

— Puedes sentarte donde quieras, Mason — dijo Bill, el beta solo asintió antes de mirar la mesa otra vez. 

Había un lugar en el que definitivamente no iba a sentarse, no junto a Dipper. No tenía el más mínimo derecho de siquiera verle o hablarle después de lo que paso. A un lado de Elizabeth o de Dylan, eran sus hijos y habían crecido todo este tiempo sin tenerlo cerca. No tenía idea de donde sentarse, no quería que alguien fuera a tener que moverse de lugar, además todos estaban sentados en sus respectivos lugares de siempre. 

Sus pies se movieron solos y le dio la vuelta a la mesa. Finalmente tomó su lugar de siempre a pesar de que tuviese que sentarse a lado de Phill. No podía ignorarlo para siempre, o... nunca. Phill siempre estaría ahí. Además de que tenía a Will cerca. El tener cerca al omega le ayudaba, se sentía más seguro con él. Will pese a todo, le había estado ayudando con todo. 

Bill se dirigió a su lugar. Tanto Bill como Will se encontraban en las cabezas de la mesa. Bill se giró a ver a Dipper, quien se encontraba a un lado suyo. Dipper sonreía mientras evitaba que Dylan hiciera un desastre con la fruta que tenía enfrente. 

Phill se sorprendió cuando vio a Mason sentarse a un lado. Dejó de sostener las pequeñas manos de Lizzy, quien intentaba robar los trozos de fruta de su plato. Mason mantuvo la mirada agachada, viendo el plato que se encontraba frente a él. El demonio de cabellera rojiza quería decir algo, lo que fuera pero simplemente no tenía idea de que podría decir. 

— Que bueno que decidiste acompañarnos, Mason — el beta se estremeció al escuchar aquella voz — los niños te echa de menos, extrañan jugar contigo — volteó a ver con algo de timidez a Dipper.

— Y-yo también los extraño.

— Estaba pensando en que tal vez, después podemos salir y jugar un rato con ello. O ver una película en la biblioteca — Masón podía distinguir la emoción en el tonó de voz de Dipper. 

— Tal vez — se limitó a responder. 

Después de eso, todos comenzaron a desayunar. Se intercambiaban algunas palabras y risas al notar alguna que otra cosa que hacían los niños. En esos momentos, donde la atención se centraba en los más pequeños de la mesa, Mason mantenía una de sus manos en su vientre, dando suaves caricias. A pesar de ser un beta y no poder distinguir por completo las feromonas que los alfas y los omegas desprendían, el ser parte doncel le ayudaba. Podía percibir aquel aroma distintivo del alfa que estaba a su lado, lo había percibido otras veces cuando estaban juntos. 

Después de mucho tiempo, Mason había disfrutado de un desayuno. Desde que se escapó de Phill creyó que los momentos felices o al menos satisfactorios en su vida habían terminado. Pese a eso, ahora se encontraba sonriendo un poco, veía a los niños reír y comer sus pequeños panqueques. La miel y algo de chocolate ensuciaba su rostro y sus manos. Eran demasiado tiernos. Acariciaba su vientre, y se preguntaba como sería su pequeño o pequeña, quería tenerlo en sus brazos, era linda la imagen mental que formaba. Aunque sabía que su embarazo era un riesgo, en más de un sentido, no solo el riesgo que significaba para él y su cuerpo, sino para la línea temporal. Los conocimientos que Asmodeo le compartió durante su tiempo juntos permanecían presentes, y uno de ellos decía que todo en las múltiples dimensiones era iguales, por ello temía por su bebé. 

Un mal sabor de boca lo hizo sentir mal, por lo que sin avisó se puso de pie y salió corriendo del comedor hacia el baño más cercano. Escucho que gritaban su nombre, también el sonido de múltiples pisadas que venían detrás de él. En cuanto entró al baño cerro la puerta y se inclinó sobre el inodoro. Lo poco que había logrado comer en ese momento fue expulsado, su garganta dolió y unas lagrimas se asomaron por sus ojos. 

Su cuerpo se tensó al sentir que algo tocaba su espalda y terminaba en sus hombros, mientras que aplicaba una ligera presión. Dio un pequeño al sentir como el ambiente del lugar se enfriaba, su cuerpo tirito ante el cambió de temperatura. Conocía aquella sensación, la había sentido muchas veces, pero no esperaba tener que volverla a sentir. No necesitaba mirar por encima de su hombro para ver de quien se trataba. 

— Siempre supe que alguien, tarde o temprano me traicionaría, pero no esperaba que fueras tú, Masón — las lagrimas que estaban en sus ojos recorrieron sus mejillas —. Eres más inteligente que cualquiera, pero fuiste un idiota al creer que no me daría cuenta de lo que hiciste.

Quería alejarse y mantener distancia de él, pero su cuerpo no podía moverse. 

— Fuiste astuto, pero olvidaste dos pequeños detalles, el primero es que tu alma es mía y segundo, puedo arrebatarte todo cuando me plazca — pudo percibir como el demonio saboreaba cada palabra que decía —. Eres mío, Mason, te guste o no, eres de mi propiedad y todo lo que viene contigo — sintió como una de las manos bajaba por su brazo y apenas rozaba su vientre, cuando lo sintió, giró su cuerpo, pero él ya no estaba. 

Sus ojos estaba abiertos y sus pupilas contraídas, su mirada se encontraba perdida en algún punto nulo del lugar. 

La puerta del baño fue abierta violentamente por Phill, quien al ver a Mason en el suelo, temblando, no dudo en acercarse y sujetarlo por los brazos para intentar hacerlo reaccionar. 

— ¡Mason! ¡Reacciona, por favor, Masón! — lo abrazó con fuerza mientras pedía que reaccionara.

El aroma del alfa se infiltro en sus sistema y lentamente volvió en sí. Sus brazos se levantaron lo suficiente para aferrarse con fuerza del cuerpo de Phill, escondió su rostro en su cuello e intentó calmarse. Mason apretó los ojos no queriendo dejar escapar las lagrimas que sentía próximas, pero le fue inútil. El alfa lo abrazó e intentó consolarlo, liberando un poco sus feromonas para hacerle saber que lo protegía, que estaba seguro. 

Phill volteó a ver a sus hermanos, quienes solo miraban al doncel. No tenían idea de que había sucedido, pero en definitiva no era algo bueno. Habían intentado entrar, pero les fue imposible hacerlo, eso hasta que la puerta finalmente cedió. Bill les ordenó a las pesadillas que se encontraban en la puerta que registraran la pirámide, que aseguraran el área y verificaran que no hubiese alguien más. 

Sentían que el tiempo se les agotaba, pero no tenían idea de lo que sucedía. Solo Mason lo sabía, y ellos esperaban que el beta les ayudara a prepararse para cualquier cosa que pudiese ocurrir.








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⏰ Última actualización: Feb 25, 2023 ⏰

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