Primavera

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So... you know, i'm still loving you

¿Conocen esa sensación visceral?

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¿Conocen esa sensación visceral?

Ese sudor frío escurriendo por la espalda y una presión extraña que sube desde el estómago hasta el pecho.

Esa sensación de desesperación cuando una mentira es descubierta y es momento de afrontar las consecuencias.

Puede escucharlo, puede sentirlo.

El tic-tac del reloj retumbando en medio del silencio, cuyo ritmo es opacado con el latir de su corazón, aumentando la velocidad de sus contracciones, a punto de entrar en modo supervivencia.

La bruma del sueño desaparece de golpe una vez que su cerebro es capaz de procesar la situación en la que se encuentra. Sus manos se mueven por reflejo hacía sus ojos frotando sobre ellos, esperando que todo sea un juego de su mente.

Y cuando su vista se aclara, nota que la mirada oscura no se enfoca en ella, si no a unos metros detrás suyo, fija en su cama, donde Midoriya balbucea algo entre sueños y se aferra con fuerza a su almohada púrpura.

—Uh... ¿Momo?— su voz es algo rasposa y titubeante por el reciente despertar, entrecierra un poco la puerta bloqueando la vista de la pelinegra, en un patético intento de fingir que nada está fuera de lugar.

—Hmm— titubeó Jirou de nuevo bajo la pesadez de su mirada y el silencio incómodo. Gira su cabeza unos segundo para ver el reloj de su pared marcando las cinco en punto —¿Q-qué haces aquí?

Jirou nunca hubiera creído que Yaomomo pudiera poner un rostro como el que le dirigió ante su pregunta.

—¿Qué qué hago aquí?— ni tampoco que su voz normalmente dulce pudiera sonar tan... feroz, a pesar de que mantenía el volumen bajo. —¡¿Qué hace Midoriya-san aquí?!

La regla #45 de los dormitorios les había sido resaltada con amarillo desde su primer año, aun recuerda la voz grave y la mirada amenazante de Aizawa al leerla en voz alta. Sin tanta frase estrafalaria, era simple: los chicos no podían dormir en los dormitorios de las chicas, y viceversa, por supuesto.

Uh, sin tomar en cuenta que, gracias a los idiotas de Mineta y Kaminari, Momo seguramente debería estar haciéndose toda una telenovela en la mente.

Si, excelente, nada podía ser más perfecto.

Kyoka soltó un largo suspiro mientras veía toda su vida pasar frente a sus ojos.

Fue corta, pero ¡Hey, las risas no faltaron!

Una risita tonta brota de sus labios como mecanismo de defensa, lo que solo parece irritar más a la respetable vicepresidente de la clase.

Oh dios, Iida iba a darles una charla tan larga sobre "decencia y responsabilidad" y luego Aizawa iba a colgarlos del cuello a ambos como advertencia para el resto.

El  Club de los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora