Una cita

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Mal

En cuanto el futuro rey apareció en la puerta de nuestro cuarto, miré a Evie de reojo quien fingía estar distraída con su máquina de coser para no pensar en que había interrumpido nuestro momento la voz al otro lado de la puerta.

—¿Lista? —parecía atontado, asentí y cerré la puerta.

Me llevo en un paseo en moto, eso fue bastante genial hasta para el. Llegamos a un puente y comenzó a hacerme preguntas, el no parecía una mala persona, y trataba de aparentar lo más posible, pero mi mente sólo estaba en una persona, Evie, mi Evie, aunque no se si aún tenga el derecho a llamarla así.

El príncipe había organizado un encantador picnic en lo que llamaban el lago encantado, un lugar increíble, lo habría disfrutado más de no ser porque todo el tiempo estaba pensando en ella ¿en qué momento alguien con quien creías que jamás podrías tener algo serio se vuelve tu único pensamiento?

De todas las cosas que el futuro rey había llevado, mi favorita con creces fueron las fresas, jamás había probado una.

—¿Es tu primera vez?

El comentario me saco de mis pensamientos ¿a que se refería?

—Mmm... en la isla no hay muchas citas realmente, todos somos amigos o algo así —me encogí de hombros.

—Me refería a la fresa, pareces disfrutarla —soltó una risa—. Pero háblame de eso, de la isla ¿como era tu vida allá? ¿Si estabas saliendo con esa chica?

—¿Con Evie? No, ella es mi mejor amiga —aclare rápidamente—. ¿Por qué la gente tiene tanto problema con ello? En caso de que fuera real.

—Nuestra forma de vivir es distinta, no digo que esté bien, pero fuimos criados de otra forma, quizá la isla era más liberal.

—En la isla a nadie le importaría, cada quien está demasiado ocupado con su vida como para meterse en con quien sale el otro —fruncí levemente el ceño—. Para ser príncipes y princesas, su tolerancia es bastante escasa.

—Choque de culturas, mis padres dijeron que podía pasar.

—Pues no estaban tan equivocados.

—Yo no creo que estuviera mal, en caso de que hubiera sido cierto, solo pienso que es extraño, son cosas que no entiendo bien como funciona.

—¿Sabes cómo enamorarte? Entonces sabes cómo funciona, es completamente normal.

—Lamento si te ofendí, no era mi intención.

—Está bien, siempre habrá choques así.

—Mejor nademos, ven —me negué rotundamente.

—No gracias, prefiero quedarme a comer fresas.

El príncipe decidió ir solo, yo lo miré desde la distancia, y volvió al cabo de un rato con una extraña roca entre las manos.

—Pide un deseo y devuélvela al lago —dijo.

Pedí que todo saliera como quería, no decepcionar otra vez a mi madre, lo pedí con todas mis fuerzas incluso cuando tenía esa irritante voz gritando que pidiera poder estar con Evie sin preocuparnos, que idiotez.

Me llevo de regreso al castillo, Evie no estaba, me di una ducha y cuando salí la vi dormida, tengo la leve impresión de que me estaba evitando, no sabía que tanto podía hacer afuera del dormitorio todo el día, este lugar no es como ella me había contado que creía que sería, no lo era para nada.

Aunque, el lugar no era el problema, lo era la gente, intenté dejar de pensar tanto e ir a dormir, pero incluso en mis sueños la veía a ella, no podía dejar de pensar en ella y era molesto, porque ella estaba Justo aquí, en el mismo cuarto, a una cama de distancia, y no podía hablarle, no podía decirle, tuvo suficiente cuando aparecieron las fotos y la noticia, cuando un profesor se atrevió a cuestionarla por ser hija de una villana, y con las miradas odiosas de la gente a donde sea que vayamos.

Nuestra forma de vestir es distinta, es obvio, también nuestra forma de hablar, incluso de caminar. No crecimos en castillos acogedores, mi habitación era más parecido a una mazmorra que al cuarto de una princesa, Evie creció en una cueva fría que su madre hacía llamar castillo. Carlos durmió en el suelo toda su vida y Jay vivía en una tienda de baratijas.

Nuestros padres habían sido Reyes y reinas aquí, gente importante, aunque odien el pensarlo, ellos y sus ancestros hicieron este lugar, quizá cometieron errores fatídicos como para lograr que los encerraran, pero nos condenaron a todos a una vida miserable ¿y lo peor de todo? Es que quería volver a eso.

No me gustaba estar aquí, no lo estaba disfrutando, todo por lo que había trabajado los últimos meses, por lo que había querido estar con Evie, los lazos que creamos los 4, todo se estaba poniendo de cabeza sin remedio alguno.

Prefería volver a tomar café echado a perder en bar bazofias, junto con un pan duro y podrido, sus sobras asquerosas y volver a donde estábamos, nosotros estábamos a cargo, éramos los dueños de ese lugar, Reyes de la isla, aquí no somos más que basura para ellos, que cuando terminen de divertirse mirándonos mal y acusándonos de cosas, cuando se cansen, volveremos a la nada. No, no voy a dejar que eso pase, este mundo va a ser nuestro, hoy, esta noche, mirando al techo, es cuando lo juro, haré de Auradon nuestro lugar, reinaremos aquí como reinábamos allá, y nadie nos va a sacar jamás.

In the infinity... our hands (Mevie/Dofia)Where stories live. Discover now