Capítulo 247

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- Te empeñas en que le perdone...

La recrimino.

V: No, Malú, eres tú la que me ha llamado preguntando por él, ¿qué esperabas que te conteste?

Me riñe.

V: ¿Que está súper bien, que se ha pillado por otra y vive feliz con Eva en el campo?

Suspiro.

- No.

V: Nena, odio tener que decirte esto, pero la que está mareando eres tú.

- No le estoy mareando, Vero.

Me quejo.

- Si hasta la he bloqueado, no hablo con él.

Confieso.

V: Ya.

Intuyo que se muerde la lengua y tiene muchas cosas para decirme.

- Desembucha.

Le pido. A veces la verdad es dolorosa, pero por algo es mi amiga, y lo que no me diga ella, nadie lo hará.

V: Es que no te entiendo, nena.

Bufa.

V: Me llamas llorando que le quieres, que le echas de menos, que estás enamorada de él, pero luego el tío quiere hablar contigo y no le dejas.

Suspira.

V: Tiene cosas para decirte, Malú.

- ¿Qué cosas?

V: Yo que sé.

Se escabulle. La conozco cuando me oculta algo.

V: Pero querrá explicarse.

- Ya lo ha hecho.

V: Vale.

- Tu sabes algo, Vero.

V: Sí.

Me da la razón.

V: Sé que os queréis, que con Mateo estabas feliz, que metió la pata hasta el fondo, pero también que se arrepiente.

Enumera.

V: Lo que no sé es por qué te resistes a perdonarle, si los dos estáis sufriendo.

- Quiero hacerlo, Vero.

Aseguro.

- Pero no puedo.

Busco las palabras que me ayuden a argumentar mis sentimientos, pero no consigo dar con ellas.

- Me mintió.

Le recuerdo.

- Y no se trata de perdonarle.

Reflexiono.

- Es que ya no confío en él.

V: Lo entiendo, nena.

Su tono cambia a uno más compasivo.

V: Pero hay un "pero" en tu voz, y no lo pillo.

- Odio que me conozcas tanto.

La escucho sonreír del otro lado del teléfono. Como le gusta que le dé la razón.

- Me enrollé con alguien.

Confieso.

V: Quiero detalles.

- La noche que llegamos tuvimos una fiesta, me emborraché y apenas me acuerdo lo que pasó, pero me lo tiré en un baño.

V: Pero joder, María Lucía, ¿Qué te tomaste el agua del florero?

- Casi.

Me lamento.

- Necesitaba no pensar en nada.

V: Ya. Veo que lo has conseguido.

- Estuvo bien, nos desfogamos y ya.

V: ¿Te volviste a liar?

- Sí.

Le cuento arrepentida.

- Y fue horrible.

V: ¿Por qué?

Pregunta preocupada.

- Porque estaba acostumbrada a follar como animal, quitarme el calentón y ya.

Suspiro. No es la primera vez que deseo parar pero sigo porque al idiota que metí en mi cama le apetece seguir. Me ha tocado fingir orgasmos cuando no he sentido nada y hasta mentir diciendo que ha sido el mejor polvo de mi vida, pero nunca me había sentido tan mal como hace un rato.

- Pero luego Mateo me enseñó lo que era hacer el amor.

Siento un nudo en la garganta, pero prometo no volver a llorar.

- Que el sexo puede ser muy guarro pero que él siempre estaría pendiente de mí, atento y  tratándome bien.

Una lágrima atrevida me traiciona, recorriendo mi mejilla.

- En la cama y fuera también.

Admito. Eso es algo que siempre, siempre hizo.

- Y hoy me he sentido sucia.

Sollozo.

-  Y utilizada...

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora