11. Todo por ti

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~GAVI~

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~GAVI~

Hoy era día de visita. Vendrían los familiares de los jugadores. Tengo muchas ganas. Pese a que hace poco vi a Aurora la necesito en falta. Es la única chica que sabe lo de Dana y qué mejor que pedirle a una mujer consejos para otra mujer, ¿no?

Hay veces que no entiendo muy bien a las chicas. Menos mal que tengo a mi hermana y a mi madre para ayudarme, porque si no, más de una vez me hubiera llevado una abofetada.

Volviendo al tema, estábamos en la sala donde tendremos que esperar a las visitas, y al haber numerosos niños pequeños que deseaban jugar al fútbol nos tuvimos que mover e ir al campo de entrenamiento.

Morata y yo estábamos jugando con sus hijos. Alice, su mujer estaba hablando con Luis Enrique, que también estaba esperando su visita. Le pasaba el balón a los niños chicos hasta que escuché una voz femenina diciendo un "qué guapa, encantada, cariño". La curiosidad me mataba a así que me giré y me encontré a la mujer de Álvaro, el míster y su hija hablando. Dana.

Estaba preciosa, aunque, ha decir verdad, ella en sí es preciosa. Va con un vestido color beige largo que le llegaba un poquito más encima del tobillo. Se ajustaba a la perfección a su cuerpo y resaltaba su figura. Era de tirantas, por lo que dejaba sus hombros al aire y había una abertura desde el largo del vestido hasta la mitad del muslo, que dejaba su pierna derecha al aire. Lo convinó con unas converse negras y un bolso de mano color negro. Llevaba el pelo planchado y unas gafas de sol colocadas en el pelo. Parecía una diosa del Olimpo.

Me quedé embobado y, si no llega a ser por los niños que se fueron a los brazos de su madre, hubiera seguido. Dana y Alice se acercaban con una sonrisa en su rostro cada una. La primera, cuando nuestras miradas se cruzaron, me dedicó una fría mirada que tampoco le da mucha importancia cuando el hijo más pequeño de la pareja se acerca a ella. Le extiende sus cortos brazos. La catalana mira a la italiana para pedir permiso, a lo que esta asiente sin problemas. La hija pequeña del míster agarra en brazos a Edoardo, el hijo de Álvaro que tan sólo tiene dos años.

La observo sin pestañear imaginándome a ella como madre. Al coger a ese niño se le han iluminando los ojos. Al igual que a mí cuando vi que le sonreía con sus perfectos, delineados y rectos dientes blancos. Parece que los peques le endeblan el corazón.

—Quiero jugar con él y contigo—dijo Edo aún en sus brazos señalando hacia mí.

No se le entiende muy bien al vocalizar así que Morata le pregunta otra vez. El niño, esta vez, le indica a Dana que le baje. Ella hace caso. Une su mano con la morena y juntos caminan hacia mí. Gracias a eso, Dana tiene que inclinarse un poco para que el pequeñín no tenga que hacer tanto esfuerzo en agarrarla. Una vez los tengo a los dos en frente mía, Edo agarra mi mano como la de su acompañante. Murmura un jugar y ahí conectamos miradas.

Déjame amarte • Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora