V: Gordi...
Se compadece de mí.
V: Debes aprender que no todo en la vida son extremos, Malú.
Suena a un sermón que me daría mi madre.
V: Es normal tener una relación estable, acabarla, vivir el duelo, recomponerse y volver a enamorarse.
Me explica.
V: Llevas desde los dieciocho años empeñada en que no puedes sentir nada, pero eso no es así, y Mateo te lo ha demostrado.
Advierte.
V: Ahora eres incapaz de pensar en volver a enamorarte de otra persona, pero si que puedes Malú.
Me reconforta.
V: Sabes que me parecéis una pareja monísima, y que soy la primera en decirte que tendrías que darle una oportunidad al chaval.
Me roba una sonrisa sutil. Han congeniado estupendamente, y sé que ellos mantendrán una amistad, independiente de lo que pase entre nosotros.
V: Pero si no lo haces, no significa que tengas que meter a cualquiera en tu cama.
Pronuncia tajante.
V: Puedes volver a querer.
- No merece la pena.
Discrepo. Hay momentos bonitos, aquello no podría negarlo, pero al final uno siempre acaba dándose contra la pared.
V: Nena, en Valencia no hubieses dicho lo mismo.
- En Valencia creía que mi novio era una persona que no existe.
V: Si que existe.
- ¡Deja de defenderle!
Le reprocho
- Pareciera que te gusta a ti.
Flipo. Es que a veces parece que se olvida de lo que hizo.
V: Estas mala.
Se ofende.
- Lo siento.
Me disculpo. Me he pasado. Ella no tiene la culpa del lío que tengo en la cabeza.
V: Tengo que dejarte.
- No, Vero, espera.
Le ruego arrepentida, no quiero estar enfadada con mi mejor amiga.
V: No pasa nada, tonta.
Usa un tono conciliador.
V: Pero estoy con las nenas y me reclaman.
- Vale.
Escucho a Eva jugar con Carla.
V: Tu ahora descansa, y piensa en lo que te dije.
Nos despedimos y vuelvo a meterme en la cama segura de que no podré dormir, pero el cansancio termina ganando la batalla, y aunque no paso una buena noche, en algún momento concilio el sueño.
Narra Mateo
Salgo de una reunión larga con el juez, mi abogado y la asistente social. Para ellos Eva sigue sin aparecer, lo que sirve de argumento para demostrar que conmigo la pequeña está bien, y que es impensable que pueda volver a un hogar de acogida, pero tampoco podemos esperar a que me den la tenencia sin que se sepa de ella. Me encuentro en una encrucijada y ahora no sé qué camino tomar. Si le pido a Verónica que de aviso de haberla encontrado, se la llevarán, y mi niña está bien allí, pero si la dejo en sus buenas manos, no conseguiré que vuelva conmigo a casa.
M: Te ves jodido.
Me cruzo a Male en el ascensor.
+ Tu también.
Sonríe amargamente.
+ ¿No vas a contarme lo que te pasa?
M: No, ¿y vos?
+ No.
Me mira perpleja. Está acostumbrada a que siempre le cuente todo. Honestamente yo también, me cuesta no pedirle una opinión.
+ ¿Cuándo has dejado de confiar en mi, Male?
La abordo sin darle opción a escaquearse, acorralándola en una esquina.
M: Confío en vos, Mateo.
+ Ya, pero llevas rara días, y no sé el por qué...
Se pone de puntillas, y roza mis labios, dejándome pasmado.
ESTÁS LEYENDO
Todos los secretos (Segunda parte)
Storie d'amoreUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar