Capítulo 248

69 15 3
                                    

V: Gordi...

Se compadece de mí.

V: Debes aprender que no todo en la vida son extremos, Malú.

Suena a un sermón que me daría mi madre.

V: Es normal tener una relación estable, acabarla, vivir el duelo, recomponerse y volver a enamorarse.

Me explica.

V: Llevas desde los dieciocho años empeñada en que no puedes sentir nada, pero eso no es así, y Mateo te lo ha demostrado.

Advierte.

V: Ahora eres incapaz de pensar en volver a enamorarte de otra persona, pero si que puedes Malú.

Me reconforta.

V: Sabes que me parecéis una pareja monísima, y que soy la primera en decirte que tendrías que darle una oportunidad al chaval.

Me roba una sonrisa sutil. Han congeniado estupendamente, y sé que ellos mantendrán una amistad, independiente de lo que pase entre nosotros.

V: Pero si no lo haces, no significa que tengas que meter a cualquiera en tu cama.

Pronuncia tajante.

V: Puedes volver a querer.

- No merece la pena.

Discrepo. Hay momentos bonitos, aquello no podría negarlo, pero al final uno siempre acaba dándose contra la pared.

V: Nena, en Valencia no hubieses dicho lo mismo.

- En Valencia creía que mi novio era una persona que no existe.

V: Si que existe.

- ¡Deja de defenderle!

Le reprocho

- Pareciera que te gusta a ti.

Flipo. Es que a veces parece que se olvida de lo que hizo.

V: Estas mala.

Se ofende.

- Lo siento.

Me disculpo. Me he pasado. Ella no tiene la culpa del lío que tengo en la cabeza.

V: Tengo que dejarte.

- No, Vero, espera.

Le ruego arrepentida, no quiero estar enfadada con mi mejor amiga.

V: No pasa nada, tonta.

Usa un tono conciliador.

V: Pero estoy con las nenas y me reclaman.

- Vale.

Escucho a Eva jugar con Carla.

V: Tu ahora descansa, y piensa en lo que te dije.

Nos despedimos y vuelvo a meterme en la cama segura de que no podré dormir, pero el cansancio termina ganando la batalla, y aunque no paso una buena noche, en algún momento concilio el sueño.

Narra Mateo

Salgo de una reunión larga con el juez, mi abogado y la asistente social. Para ellos Eva sigue sin aparecer, lo que sirve de argumento para demostrar que conmigo la pequeña está bien, y que es impensable que pueda volver a un hogar de acogida, pero tampoco podemos esperar a que me den la tenencia sin que se sepa de ella. Me encuentro en una encrucijada y ahora no sé qué camino tomar. Si le pido a Verónica que de aviso de haberla encontrado, se la llevarán, y mi niña está bien allí, pero si la dejo en sus buenas manos, no conseguiré que vuelva conmigo a casa.

M: Te ves jodido.

Me cruzo a Male en el ascensor.

+ Tu también.

Sonríe amargamente.

+ ¿No vas a contarme lo que te pasa?

M: No, ¿y vos?

+ No.

Me mira perpleja. Está acostumbrada a que siempre le cuente todo. Honestamente yo también, me cuesta no pedirle una opinión.

+ ¿Cuándo has dejado de confiar en mi, Male?

La abordo sin darle opción a escaquearse, acorralándola en una esquina.

M: Confío en vos, Mateo.

+ Ya, pero llevas rara días, y no sé el por qué...

Se pone de puntillas, y roza mis labios, dejándome pasmado.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora