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—Pero quiero una respuesta.

—Pero quiero una respuesta

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—Mira, viejo amigo. — interrumpió a Leandro, quien estaba sentado en una de las ventanas terminando por fin su tarea de matemáticas. —...¿Qué carajo haces con un libro?

—Pau me estuvo ayudando a recuperar unas cuantas materias que tenía pendientes. — fue su única respuesta, y luego de dejar la hoja junto a la lapicera en el interior del libro, preguntó:—¿Y vos qué querés?

Entonces Leandro obtuvo su respuesta al instante que en su visión se posaron unos cuantos billetes.

—Esto es para la limusina, las flores por si en estos días te diste cuenta que es un romántico, y también para que te compres un buen traje, papito. No me vengas con trapos. — informó mientras le entregaba la plata, soltando con sorna la última oración.

Sin embargo, Tagliafico no consigo una respuesta al instante, lo cuál le extrañó. No entendía porqué razón Paredes solo miraba el dinero con una mueca indescifrable, hasta que provocó un bajo gruñido en el portador de estos cuando sintió como se los devolvía.

—No los quiero. — declaró sin más, mirándolo con sus intensos ojos celestes para que supiese que hablaba enserio. —Ya me harté de este juego.

—¿El tema es la plata? Espera un poco. — murmuró, observando para los lados del desolado pasillo por si algún alma se atrevía a pasar. —¿Te parece mejor seis mil?

Pero sin dejar que el bostero respondiera, le dio los billetes con una sonrisa satisfecha para darse la media vuelta e irse.
Leandro se quedó allí, en el mismo lugar, en el mismo asiento, y observando pensativo el dinero en sus manos, pensando realmente si valía la pena poner el dinero por sobre el amor.

—¿Qué me hiciste, Paulo?

—¡¿Ese es tu máximo, Dybala?!

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—¡¿Ese es tu máximo, Dybala?!

Pero a Paulo pareció no importarle, seguía con su ritmo los ejercicios impuestos por Scaloni. Siempre prefería dejar que su potencial se notara en los últimos minutos de la hora, que era cuando jugaban los partidos.

POLOS OPUESTOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora