Único.

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Sabía que las cosas después de la guerra no serían precisamente normales, porque joder, si lo pensaba seriamente, ninguna etapa de su vida fue normal en realidad. Y quizás era eso lo que más le pesaba en su consciencia; el hecho de que nunca tuvo la oportunidad de ser un chico normal como cualquier otro, estudiar, divertirse con sus amigos, tener esos amoríos adolescentes sin un peligro de muerte o directamente una muerte de por medio, le hubiera fascinado poder experimentarlo y tener esa sensación de estar vivo gracias a ello, así fue al menos como mucha gente a su alrededor lo describió.

Aún después de todo eso, Harry esperaba encontrar normalidad volviendo a Hogwarts para su octavo año... Para su octavo año. Hasta eso no era normal, si alguien le hubiera dicho antes que estaría volviendo un año más allí para terminar debidamente sus estudios se reiría en la cara del demente que lo dijera. Pero no, ahí estaba, en una torre preparada exclusivamente para los estudiantes de ese año, donde las casas no importaban. Ravenclaw, Hufflepuff, Slytherin y Gryffindor convivían constantemente allí. 

Y todo era tan raro.

De sus amigos, sólo Hermione estaba con él, Ron se anotó a los entrenamientos de Auror los cuales fueron ofrecidos luego de sus hazañas en la guerra, él también pensaba tomar ese camino, pero si miraba en retrospectiva, la realidad era que estaba perdido, no sabía qué hacer consigo mismo si daba mínimo espacio a la honestidad. Toda su vida recalcada en que debía derrotarlo a él o morir, y ahora que lo había hecho, su futuro era una nube nebulosa de incógnitas sin resolver, más de una vez se planteó el darse por vencido en un pasado, que si aún en una época estuvo seguro de lo que haría al terminar Hogwarts, ahora su cabeza parecía tener sencillamente un signo de pregunta en ella.

Otra vez, todo era tan raro.

A pesar de todo, en el resto de años la distancia entre casas seguía igual, eso seguía normal, la rivalidad seguía igual, incluso mayor a la usual, la tensión en el aire nunca había sido tan notoria, principalmente con la casa de las serpientes, la cual en el caso del octavo año eran solamente siete los que retornaron a la institución.

Sorpresivamente, Draco Malfoy estaba entre esos siete.

Harry creyó que después de lo que pasó en la Mansión Malfoy y la guerra nunca más sabría de él. Sí, lo defendió a él y a su madre, Narcissa, en juicio para que no fueran enviados a Azkaban como Lucius, pero no podía hacer milagros, la sociedad mágica estaría ahí juzgando cada paso que dieran, y francamente, era lógico.
Por lo que, sólo le quedaba mirar cómo el rubio era de a poco apartado del resto, quedándose solo. En más de una ocasión pensó en acercarse, pero no tenía la más mínima seguridad de si siquiera el slytherin quería tener su presencia cerca, se odiaron todos estos años, ¿no es cierto? Fueron de bandos enemigos. Nada cambiaría de la noche a la mañana, ¿verdad?

ㅡ¡Traje el whisky de fuego! 

Ah, es verdad, parece que el alcohol los viernes o sábado por la noche se volvió una tendencia en la torre entre los estudiantes de octavo, quizás era para divertirse y pasar un buen rato entre juegos y bromas, quizás era para olvidar cosas y ahogar las penas, o quizás porque simplemente no encontraban otra cosa que hacer y alcoholizarse parecía la mejor opción para todos.

No es un pensamiento que compartiese, pero no niega haber participado en esas idioteces en noches donde simplemente todo parecía con menos sentido de lo usual y se sentía ahogar en cualquier lugar. Aunque esta vez no sería ese caso, la última vez terminó con un dolor de cabeza por casi dos días y sintiéndose peor a como empezó, no quería experimentar eso nuevamente por ahora.

Algunos estudiantes se reunieron frente a la chimenea en una ronda, pasándose la botella mientras reían con tal de olvidarse aunque sea por un momento del porqué estaban todos en conjunto allí.

Wish You Were SoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora