CAPÍTULO 10 BARBADOS (ELLA)

186 13 2
                                    

El Adventure Galley se había desviado de su trayectoria hacia Brasil debido a los avistamientos del vigía Ewan Gardner, pero la tripulación insistía en atracar. El lugar elegido fue Barbados, entre el mar Caribe y el océano Atlántico, no demasiado alejado de su destino inicial.

Esta vez le tocaba desembarcar al joven Half, y después de tanto tiempo sin hacerlo, tenía muchísimas ganas. Creía que un cambio de aires le vendría bien para asentar unas cuantas ideas en su cabeza. Lo que no le gustaba era que el capitán había accedido a que fuera el ayudante de Moore, pero las órdenes había que cumplirlas. El propio capitán y su segundo al mando iban a desembarcar también. A diferencia de la última vez, el barco iba a echar anclas durante dos semanas.

Después de enterarse de cómo Jim se había gastado todo lo que tenía en ayudarlo, Half le dio lo suficiente para pasar dos semanas en tierra. En la cocina solo se iban a quedar Bread y el carnicero. Los hermanos Gardner y Loyd no desembarcarían en esta ocasión.

Tanto Bread como Loyd se despidieron de Half y de Jim con sendos abrazos y diciéndoles que no se metieran en líos, igual que unos padres harían con sus hijos. Y los dos muchachos se fueron a esperar su turno para descender, junto a William Moore.

El joven Half, con su sombrero puesto de manera que apenas se le veían los ojos, su nueva indumentaria, su pequeño amigo en el hombro y doscientas monedas escondidas en el pantalón, se preparaba para pisar tierra firme. Avanzaba con pasos cortos, pero cuando al fin vio el puerto, viejos recuerdos le vinieron a la cabeza: multitud de niños de todas las edades ofrecían sus servicios de guía.

-Hasta mañana no quiero verte, chico, así que puedes hacer lo que te dé la gana hoy, ¡siempre y cuando estés fuera de mi vista! -dijo Moore.

-¿Y cómo le encontraré, señor Moore? Porque yo no conozco este sitio.

-Pregunta por la posada más cara de la isla, y cuando estés allí, pregunta por mí -respondió sin ni siquiera mirarlo.

-De acuerdo, señor Moore.

Half miró a su amigo Jim: tenía una sonrisa de oreja a oreja y estaba ansioso por bajar.

-¿Adónde vamos, Jim?

-Half, lo siento, pero yo hoy tengo que hacer una cosa muy urgente, ji, ji. Cuando crezcas un poco, lo entenderás, ji, ji.

-Mmm, y después, ¿cómo daré contigo?

-Fácil, Half: preguntas por la posada más barata que hay y allí estaré, ji, ji -contestó mientras se alejaba corriendo.

-¡Qué bien, pues! ¿Ahora qué hago yo? -se preguntó Half, mirando a su alrededor.

Los esperanzados guías no le ofrecían sus servicios. Al verlo tan pequeño, no pensaban que tuviera dinero para pagarlos. Pero al joven le hacía ilusión conocer la ciudad donde iba a pasar las próximas dos semanas y quería saber cómo era estar al otro lado. Después de observarlos durante un rato para decidir a quién elegía, vio a alguien que le provocó una emoción distinta a cuantas había sentido antes, incluso un poco de miedo: una chica. El joven había conocido pocas mujeres y nunca había tenido amigas. Si de pequeño se ponía nervioso cuando hablaba con los demás, delante de las chicas no le salía ni una palabra. Pero aquello formaba parte del pasado, y en ese momento, algo le decía que se acercara a ella. Cuando se encontraba a tan solo unos pasos, se detuvo para contemplarla mejor, sin que ella ni los de alrededor se diesen cuenta.

Tenía el pelo negro y liso, no muy largo. De no ser por su vestido gris, la habría confundido con un chico desde lejos. Se notaba que su ropa y sus zapatos estaban ajados. Por su estatura, parecía mayor que él, y por su silueta escuálida, que lo había pasado mal. Pero los que más llamaron su atención fueron su piel oscura y sus ojos azules, claros y brillantes. Half miró de nuevo sus zapatos, y cuando volvió a levantar la vista, la chica lo observaba con gesto ceñudo.

HalfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora