CAPÍTULO 2

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—¿Cuántas veces me has apuntado con tu arma? –cuestionó en su lugar, bufando al ver como el mayor claramente no estaba solo, queriendo demostrar su obvio disgusto por verle allí pero sintiendo como un peso le era liberado al momento de verle con vida.– ¿Cinco, seis veces? –chasqueó la lengua, ignorando el hecho de que estaba siendo apuntado directamente en la cabeza, y sonriéndole como el jodido bastardo que era, escupió:– Que emotivo reencuentro, hermano mayor... –giró su cabeza en dirección a Felix, verificando que aún estuviera en la cama, antes de volver a fijarse en el pequeño grupo de dos.

»—Creí que tardarían menos en encontrarnos. –admitió, y apoyó ambos brazos en los barrotes.– ¿Demasiado ocupado con el dulce culo de tu novio? –cuestionó con burla, y pasó la lengua por su labio inferior, viendo al mayor bajar su arma, aún sorprendido de verle a él vivo, hasta que toda sorpresa fue rápidamente reemplazada por enojo.

—Deja a Jisung en paz; ya está bastante claro que no le agradas. –escupió con rabia, tomando el borde de su camiseta, por entre los barrotes, obligándole a acercarse aún más, hasta que el menor tenía el rostro casi pegado a ellos, antes de ser, repentinamente, abrazado.– Odio decir esto, pero estoy feliz que estés vivo, pequeña mierda. –suspiró, inconsciente de que su pareja estaba temblando pero no de frío, si no de una forma completamente diferente esta vez, a lo que, en un intento de calmarle, susurró a su oído:– No tengas miedo, amor, Hyunjin no te hará nada conmigo aquí.

Pero Jisung parecía no salir de su asombro, viendo a la figura de quien fue el líder de sus mayores pesadillas; Hwang, maldito, Hyunjin, era el hermano menor de su novio, y ese hecho le estaba dando un ataque nervioso, o más bien de pánico, porque no podía estar junto a él en un solo lugar. Bien, nunca fue golpeado por él en el instituto, pero no detenía a su grupito de amigos, siempre jugando con los sentimientos de los demás.

«Tranquilizate, Jisung, y respira; ¡con un demonio respira!» le gritó el subconsciente. Estaba en brazos de Minho, y él no permitiría que le hicieran daño; no ahora que finalmente pudieron encontrarse y están juntos. Había notado el parecido entre ambos pero jamás se dio cuenta del pequeño, gran, detalle de que compartían la misma sangre; los dos eran altos, de cabellos negros, y unos ojos brillantes, aunque él estaba seguro que eran por cosas muy diferentes.

Minho era la persona más bondadosa que él jamás hubiera conocido, le había sacado de aquel agujero depresivo en donde estuvo la mayor parte de su vida, sus ojos brillaban de amor, él era su ángel, su salvación, pero Hyunjin era todo lo contrario; solo había maldad en sus ojos. No se podía confiar de él porque le había visto, un par de veces, golpear inclusive a aquellos que eran sus amigos, jamás disculparse con las personas por lo que les hacía.

Eran como el blanco, y el negro.

—Él no puede ser familiar tuyo... –jadeó, con su cuerpo temblando cual hoja a punto de ser botada de un árbol en otoño, y su ojos mostrando el obvio pánico que sentía, a lo que, sin perder tiempo salió de los brazos de Minho abrazándose a sí mismo, sintiéndose repentinamente ahogado; Hyunjin era la peor persona que el rubio conoció jamás, y es que, demonios, el sujeto le había destruido la vida.

Destruyó su familia entera al momento en que se acostó con su tía por simple diversión, o más bien, como el alto dijo, para pasar el rato; no le importan las consecuencias de sus actos, no tomó ni un mínimo de consideración al hecho de que Mina estaba casada, o que tenía dos niños pequeños con su esposo.

Él simplemente se acostó con ella, y la dejó como si no fuera nada más que basura, sin importarle nada más, sin importarle que su tía pasó por un duro divorcio, y que, en la manera tan estricta que era su familia en si, los perdió a todos; es por eso que, antes de amigarse con Hyunjin y confiar en él, ¡prefería tirarse a una gran horda de caminantes!

EPIDEMIA - HYUNLIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora